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Vancouver inaugura los Juegos menos conocidos

La cita olímpica de invierno tiene poca tradición en España pero una audiencia de 3.000 millones, próxima al gran acontecimiento del verano

MADRID/VANCOUVER Actualizado: Guardar
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La ciudad canadiense de Vancouver será desde este viernes sede de los XXI Juegos Olímpicos de Invierno. A pesar de que su relevancia deportiva y su repercusión económica están muy lejos del Mundial de fútbol -con una audiencia estimada en 26.300 millones de personas para Sudáfrica- y de los Juegos de verano -4.400 millones de televidentes en Pekín-, se espera que alrededor de 3.000 millones de aficionados presencien los Juegos que se inauguran hoy. Una cifra que vista desde la perspectiva española parece irreal.

Vancouver 2010 ya ha fijado un récord: 2.762 deportistas de 82 países, entre ellos los recién llegados Ghana e Islas Caimán. Y España otro, con la representación más numerosa de su historia: 18 deportistas, pero sin esperanzas de medalla.

Mientras el calentamiento global amenaza la gran competición invernal a largo plazo, como advierte el Comité Olímpico Internacional (COI), el deporte español sobre la nieve y el hielo está hueco y todavía vive del recuerdo de las hazañas de Paquito y Blanca Fernández-Ochoa. De las trampas de 'Juanito' Muehlegg, mejor no hablar. Son unos Juegos con poca tradición y desconocidos para el gran público en España, pero una cita gigantesca para Estados Unidos, Asia, los países nórdicos, Alemania, Rusia.... En crecimiento, pero golpeados por los casos de corrupción y dopaje desde Salt Lake City 2002.

Positivos, protestas y falta de nieve

Más de 30 olímpicos que iban a participar en Vancouver han dado positivo antes de arrancar estos Juegos. En el punto de mira del COI estaban los deportistas rusos. También han surgido acusaciones de fraude hacia los representantes alemanes de skeleton. Más picante para una competición de dos semanas que llevará a Vancouver a más de 300.000 visitantes, custodiados por 15.000 efectivos policiales.

No escapan tampoco de las protestas de grupos ecologistas y defensores de los más desfavorecidos, indignados al saber que el costo asciende a 1.000 millones de euros. Bajo la peor crisis económica desde la 'Gran Depresión', las previsiones de impacto económico para Canadá apuntan ahora a menos de 3.000 millones, un tercio menos de lo esperado.

Preocupaba también la ausencia de nieve en Cypress Mountain (sede de las pruebas de esquí estilo libre y snowboard), donde llegó a transportarse en helicópteros y camiones antes de que al fin apareciera, de forma natural, la víspera de la apertura.

Estrellas

El primer gran éxito ha sido la venta de entradas. Las cerca de dos millones de localidades ya adquiridas ha sido una sorpresa incluso para la propia organización. Estos Juegos a los que se opuso hace un siglo el padre del olimpismo moderno, el Barón de Coubertain, recibieron un espaldarazo en la década de los 80, cuando Juan Antonio Samaranch accedió a la presidencia del COI, y se universalizaron aún más a partir de 1992. Bajo presión de las televisiones y las empresas patrocinadoras, se abrieron las puertas a los profesionales.

La presencia de dos estrellas como la estadounidense Lindsey Vonn y el suizo Didier Cuche, los grandes de la Copa del Mundo y máximos favoritos en esquí alpino, el deporte rey, realzan esta cita. Sin embargo, el rendimiento de la bella esquiadora americana, que padece dolores en su pierna derecha, es una incógnita.

Con el objetivo de mostrar al mundo unos Juegos 'limpios', y con antecedentes tan próximos que han mermado la credibilidad del público en especialidades de resistencia como el esquí de fondo, el máximo organismo olímpico se ha volcado en la lucha antidopaje. Es otra oportunidad para intentar recuperar la confianza y dar a conocer disciplinas tan espectaculares como el bobsleigh, el skeleton o el snowboard, y tan extrañas como el curling.

El contraste entre el norte y gran parte del sur del viejo continente es como el día y la noche. En los países alpinos, los Juegos no necesitan apenas promocionarse. En Suiza, por ejemplo, el esquí es el deporte nacional, con 50.000 niños presentes en un solo valle. En España, en cambio, los esquiadores de élite tienen que irse a entrenar al extranjero. Y lo del hielo peor, con sólo 16 pistas en la península. ¿Cambiará el panorama con vistas a la candidatura de Barcelona o Zaragoza para 2022?