Entrevista a Alberto Campo Baeza
«Aún tengo la esperanza de renovar el castillo de San Sebastián y derribar la verja del muelle»
Alberto Campo Baeza recibe este jueves en Cádiz el Premio Nacional de Arquitectura 2020
El artífice de las grandes ideas para Cádiz y el arquitecto más internacional que tiene esta ciudad regresa este jueves a su Tacita de adopción para recibir un nuevo reconocimiento . Todo un galardón como el Premio Nacional de Arquitectura 2020 , que encumbran aún más si cabe a todo un Alberto Campo Baeza que a pesar de su trayectoria como uno de los mejores arquitectos de España sigue deslumbrando con su generosa sencillez.
Hablar con Campo Baeza es hablar de edificios, planos, luz y cultura . Pero sobre todo, hablar con este arquitecto es hablar de Cádiz, una ciudad en la que pasó su infancia y a la que ata un amor tan verdadero como incondicional.
El autor de 'Entrecatedrales', el IES Drago, la Casa del Infinito o las casas Gaspar, Asencio y Guerrero, ha querido que sea un edificio tan emblemático como el Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz el que de forma excepcional acoja el acto de entrega del prestigioso premio.
¿Qué supone para usted recibir uno de los premios más importantes de arquitectura?
-Pues es un premio que agradezco enormemente y procede más de la generosidad del jurado que de los méritos propios. Hay gente estupenda y mejor que yo y que no lo tienen, así que para mí es un honor. Mis maestros lo han tenido todos.
¿El hecho de que la entrega de ese premio se haga de forma excepcional en su ciudad de adopción, le otorga aún un carácter más especial a este acto?
-Muchísimo más especial y no cabe más honor que recibir este premio en el Oratorio de San Felipe Neri. Yo estudié precisamente en el colegio San Felipe Neri de Cádiz. Aunque nací en Valladolid, mi familia aterrizó en Cádiz cuando destinadon a mi padre como cirujano militar, en el año 1949. Un auténtico regalo para nosotros, que me permitió estudiar en un edificio como la Torre Tavira, que tenía parvulitos, y después en el colegio San Felipe Neri de Cádiz. He sido feliz allí, y cuando el director general me dijo de entregarme el galardón allí, a mí me pareció estupendo.
Yo hice mi primera Comunión en este Oratorio, donde se celebraron Las Cortes y donde se proclamó la Constitución de Española en 1812. Por lo que es emocionante desde el punto de vista histórico y desde el punto de vista arquitectónico, porque el edificio es una preciosidad.
¿Y ha tenido algo que ver esa infancia en Cádiz y ese contacto tan estrecho con su arquitectura histórica para que la luz haya tenido tanto protagonismo en sus obras?
-Ha tenido todo que ver. Cuando me hicieron hace años hacer la biografía, yo ponía: «Nacido en Villadolid pero vio la luz en Cádiz». Además, nosotros vivíamos en el Campo de las Balas, que era como vivir en La Caleta. Ese año 50 se inauguraron unas viviendas que ya no existen, porque las tiraron desgraciadamente, porque eran muy bonitas, donde vivíamos familias de militares, y mi casa daba a La Caleta, de manera que cuando el mar zumbada fuerte, llegaba el agua hasta las ventanas de casa.
Yo todavía recuerdo cuando recogía al teléfono los recados del seguro, porque mi padre trabajaba también como médico del seguro en La Viña.
¿Hay algún proyecto que le hubiera haber hecho realidad en Cádiz y que se ha quedado sin poder llevarlo a cabo?
-Uno que se quedó en una especie de disputa entre el Ayuntamiento, que era Teófila, y la Junta de Andalucía, que era socialista. A mí me encargó Teófila rehacer y renovar el castillo de San Sebastián y yo estaba emocionado. Le dediqué todo el tiempo del mundo y empecé a hacer un proyecto precioso, pero duró muy poco porque enseguida hubo un cambio de papeles de pasar eso a la Junta, y ellos ya decidieron que lo harían ellos con quien fuera, y no se ha hecho nada, claro.
Además, después publicaron un proyecto equivocado que no era mío, de alguien que había hecho una patochada. Para mí el castillo de San Sebastián es para respetarlo y para hacer una cosa exquisita, deliciosa, maravillosa. Y no cosas que se han escuchado tan salvajes como un tranvía para ir desde la puerta de La Caleta hasta el castillo, cuando ese paseo es maravilloso. Darse el paseo, sentarse y contemplar la puesta de sol. Ya me gustaría a mí que se recuperara el proyecto. Y además si puedo, me gustaría derribar la verja del muelle. Cuando yo era pequeño, el muelle estaba abierto y las familias íbamos a dar un paseo por allí, igual que se paseaba por la calle Ancha. Era maravilloso y hay que recuperar ese muelle para la vida de la ciudad. Yo iría a derribar la verja del muelle.
A día de hoy el castillo sigue sin proyecto y abandonado, ¿le queda alguna esperanza de poder hacerlos realidad?
-Claro, yo sigo teniendo esperanza. Soy positivo. Cádiz es maravillosa pero las cuatro cosas, a las que habría que dar cuatro toquecillos, lo sigue esperando. De Puertas de Tierra para fuera, yo no tocaría nada, aunque el Drago lo tenemos ahí y creo que ya el cementerio antiguo es ahora difícil de recuperar. Pero de Puertas de Tierra para adentro, Cádiz es recuperable y es una preciosidad.
¿Cuál es a su juicio el fin último de la arquitectura?
-Hacer felices a la gente. La gente piensa que la arquitectura es una cosas raro pero no es así. Yo comparo la arquitectura con la medicina. Igual que son necesarios los médicos, un arquitecto con sus casas, con sus edificios, lo que tiene que hacer es, de la mano de la historia y la construcción, que la gente viva feliz ahí y que la gente esté orgullosa de su ciudad. Dígame usted si la gente de Cádiz no está orgullosa de su Oratorio de San Felipe Neri, o de la Santa Cueva o de la Catedral. Que Cádiz en vez de derribar la Catedral Vieja de Santa Cruz, la respete, y haga la Catedral nueva respetando y conservando la vieja, es una maravilla. A veces, la arquitectura contemporánea no ha sido muy feliz. Hay que mimar la verdadera Tacita de Plata.
¿Qué le pediría usted a un buen arquitecto?
-Debe ser sabio, tener sabiduría para un mejor conocimiento de las cosas. Haciendo el mismo paralelismo con la medicina, es mejor ponerse en manos de un médico sabio que de uno que no lo es. Un arquitecto debe ser honesto, tener conocimientos, debe seguir estudiando, conocer muy bien los sitios en los que trabaja. No se puede hacer pastiches en una ciudad histórica como Cádiz, pero se puede hacer una arquitectura contemporánea pero buena. Por ejemplo, yo cuando hice 'Entrecatedrales' aparecieron unos restos romanos y yo podría haber hecho otra cosa, una cubierta inclinada...con tejas.. Pero no, hice una plataforma para poder ver el mar que tiene por delante, subrayar la belleza de las dos catedrales y en la Casa del Obispo hice una cosa que todavía me resulta inexplicable que me dejaran, que era forrar la pared de piedra ostionera.
Con esto quiero decir, que se puede hacer arquitectura contemporánea en una ciudad como Cádiz pero en brazos de la arquitectura histórica o clásica
¿Qué le parece que la UCA esté liderando un proyecto europeo (InnovaConcrete) encaminado a la conserevación del patrimonio cultural de Hormigón del siglo XX?
-Me parece muy bien y muy importante, porque el hormigón, especialmente en Cádiz, presenta muchos problemas por corrosión de los hierros de hormigón. El ambiente salino de Cádiz penetra en esa armadura y acaba siendo delicada la conservación. Por lo que es necesario cuidar el hormigón.
¿Quién le debe más, Alberto Campo Baeza a Cádiz o Cádiz a Alberto Campo Baeza?
-Yo le debo todo a Cádiz. Clarísimamente. Para mí la suerte fue que mi padre fuese destinado a Cádiz. Fue el mayor regalo que nos hicieron. Cádiz a mí no me debe nada.
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