TRIBUNALES
Así será la vida como recluso del parricida de Arcos
Condenado a 23 años por matar de asfixia a su bebé, cumplirá la pena en uno de los dos únicos centros penitenciarios psiquiátricos que hay en España: Sevilla o Alicante
El condenado, el día que pasó a disposición judicial tras el crimen.
Cuando los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local acudieron a la llamada de auxilio de una vecina del barrio bajo de Arcos que estaba escuchando en la casa de al lado golpes en las paredes y llantos de bebé se encontraron una escena terrible. Un niño de nueve meses yacía ahogado en el suelo de la vivienda. Su padre le había tapado la boca y la nariz hasta asfixiarlo. «Sé lo que ha pasado, haced lo que tengáis que hacer» , les dijo cuando se lo llevaban esposado al cuartel. Sabía lo que había pasado, afirmó. Pero al poco, en su declaración sostuvo que aquella noche, en la cama mientras su pareja y su hijo dormían, creyó recibir mensajes en su móvil que le decían que tenía que asfixiar al niño, que pronto llegaría el Apocalipsis y que había una red extranjera compuesta por falsos apóstatas, que sabían que el Armaggedon estaba cerca, y que tal como recibía los mensajes y los aceptaba en el móvil se borraban.
I. Sánchez ha sido condenado a 23 años de prisión después de que un jurado popular lo declarara culpable de asesinato. Sin embargo, no irá a una cárcel habitual. La sentencia contempla que sea internado en un centro penitenciario psiquiátrico debido a la patología mental que padece. En España hay actualmente dos prisiones que tienen aparejada esa condición de psiquiátrico , están en Sevilla y en Alicante, por lo que todo apunta que el procesado será trasladado al de la capital andaluza por proximidad.
Esta decisión se ha tomado teniendo fundamentalmente en cuenta todos los informes que los forenses le han ido practicando al autor confeso de la muerte del pequeño. En el primero de ellos, los médicos concluyeron que el día de los hechos el acusado presentó «un episodio psicótico con síntomas alucinatorios y delirantes, pudiéndose enmarcar dentro de un trastorno psicótico que le ocasionaba una ruptura con la realidad».
Según los expertos, esto le provocó una afectación de las capacidades intelectivas y volitivas , en su capacidad de conocer y querer. En el plenario, los médicos desvelaron que días antes de lo ocurrido, el condenado había presentado un cuadro de ansiedad, agresividad, requiriendo incluso asistencia médica. En el fallo se cuenta que la pareja había estado separada un tiempo y que acababan de volver a convivir.
A preguntas de la acusación particular sobre si pudo mentir sobre los síntomas que padecía, los forenses recalaron en una circunstancia que para ellos pudo ser crucial para concluir en su diagnóstico. Él era quien se encargaba de todas las tareas relacionadas con el cuidado del bebé. Por tanto, el hecho de que este padre pasara de repente de ser el cuidador a asesinarlo les pareció una «ruptura total» que se produjo porque «actuó afectado por trastorno psicótico que le llevó a percibir la realidad a través de la ideación delirante y las alucinaciones, no de forma libre, llevando a cabo la acción de matar a su hijo a partir de dicha ruptura».
Sin consciencia de su enfermedad
Otro de los informes periciales concluyó que el parricida no tiene consciencia plena de enfermedad ni de la necesidad de medicarse, con las complicaciones que ello pudiera tener en un régimen ambulatorio, pues precisa de tratamiento y seguimiento psiquiátrico en aras a prevenir conductas antisociales en el futuro.
En este caso la Fiscalía había solicitado la imposición de la medida de internamiento en un centro psiquiátrico. Y así lo ha estimado el tribunal de la Sección Octava que dictó sentencia.
Según fuentes consultadas, en este tipo de centros lo que prevalece es la atención médica y terapéutica a este tipo de delincuentes que tienen determinadas patologías mentales. Suelen ingresar aquellos que han sido «claramente diagnosticados». Su vida penitenciaria es similar a la de otros reclusos aunque en estas dos prisiones hay mucho más personal sanitario (ATS, médicos, psicólogos...) que en las cárceles comunes.
Cabe recordar que el propio condenado tuvo que ser trasladado de la cárcel de Puerto III cuando estuvo en situación preventiva hasta que se celebraba el juicio porque, al parecer, fue agredido por otros internos. Ahora, pasará el resto de la condena en un centro penitenciario psiquiátrico.
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