Coronavirus Cádiz
El primer grito de libertad
Los pequeños y sus padres desafían al miedo y disfrutan del tranquilo regreso a las calles y las playas con normalidad, cautela y enorme alegría
El primer grito de libertad es de un niño . No es un grito de miedo, auxilio o desesperación, de esos que han retumbado en las paredes de hospitales y residencias y entre los cimientos del alma. Este es un grito diferente. De esperanza . El poder simbólico de esta medida es inequívoco, un paso pequeño, menor, y tan grande en esta batalla.
Tan simbólico como la playa, de la Victoria , para reflejar ese primer triunfo. Pírrico, parcial, momentáneo, que deberá defenderse como lo hacen los leones de Cervera. Y que dependerá ahora especialmente de la responsabilidad y empatía de los ciudadanos, más allá de políticos, sanitarios o fuerzas de seguridad. Es la obligación de la sociedad.
Con esa filosofía miles de familias gaditanas (casi 200.000 niños hay en la provincia) ejercían su nuevo derecho superada la cuarentena de 42 días de encierro . Emprendían su marcha bajo la táctica del 1-1-1: una hora con un adulto y a un kilómetro de distancia del hogar. Pero al margen de los números, que las matemáticas se quedan en sus 'deberes', la única meta era bajar a la arena. Recuperar esa sensación de aire fresco, el contacto con la naturaleza , el viento, la sal, las olas y el mar. La libertad.
Cádiz tarda en despertar
Antes de las nueve de la mañana, la Policía Local retiraba las precintos que cerraban los accesos a las playas, según el Gobierno decisión municipal y por ello su competencia. Mañana fresca, brumosa, de domingo además, por lo que Cádiz tardaba en despertar. Aparecían entre la niebla las primeras figuras, en silencio. «Voy con mucho miedo», decía Silvia , que atendía a los deseos posibles de su hija Sara. «Ella quiere jugar con sus amigas y sus primas, pero no puede ser. Al menos hoy puede jugar con la arena y mojarse los pies. Poco más, no por las sanciones, sino por responsabilidad».
En los mismos términos se maneja Antonio de la Cruz y su hijo , que con su zamarra amarilla firmada por Alvarito «estaba loco» por darle dos patadas al balón. «Más que miedo, es preocupación. Pero es que lo necesitaba». «Lo necesitaba», corrobora e hila Faly, que atiende a que su pequeño de dos años no se coma la arena. «Estaba estos días con una tristeza... A veces hasta con lágrimas en los ojos».
La pelota mandaba sobre la tierra. Niños jugando a las palas, castillos de arena y hasta cerca de las rocas mariscando . «Se está en la gloria». Porque el sol vencía las nubes, la temperatura aumentaba y la mañana gris se convertía en un día primaveral.
De ahí que a partir del mediodía aumentara considerablemente el número de transeúntes por el paseo marítimo y la costa, lo que provocaba el malestar entre los vecinos de los balcones que comenzaban a denunciar las conductas inapropiadas de muchas familias. «Pero de momento tranquilidad», apuntaban desde la Policía Nacional, que en algún caso advertía a quien no se ajustaba al protocolo establecido.
« ¿Multas? No. No podemos controlar si llevan una hora en la calle o se han distanciado un kilómetro de su domicilio. Lo único es que si va la familia junta, pedirles que se separen y que vaya un adulto con los niños. Y no estamos teniendo que actuar», apuntan los agentes.
Desajustes en el cumplimiento
El cumplimiento no es estricto, algo que han tenido que valorar desde el Gobierno. Muchos superan la hora límite y juegan entre ellos , pero son miembros de la misma familia que viven en el mismo domicilio. Por lo demás, en su gran mayoría guardan la distancia preceptiva y se evita la cercanía, ya sea por conciencia altruista o por propio egoísmo, pues muchos reconocen sentir pavor ante el coronavirus. El no uso de mascarillas , con la excusa del desabastacimiento, es otro lunar. Las conversaciones y conductas impropias de los irresponsables están dentro del margen de error de toda sociedad. Pero por mucho que este domingo sea S an Cleto, no estaba la playa como una feria .
El alcalde de Cádiz José María González 'Kichi' pedía «por favor un uso responsable. Extrememos las medidas de seguridad y respetemos las distancias mínimas establecidas. Es una buena noticia para nuestros niños y niñas que puedan pasear por las playas y parques, pero los adultos debemos mantener la responsabilidad que hemos demostrado en esta ciudad hasta la fecha. Gracias y mucho ánimo». En los parques el discurrir humano era menor, conviertiéndose en el mejor escenario para las bicicletas y los paseos de los bebés en sus carritos, además de los patinetes. De Genovés a la Caleta para andar a pocos pasos de la arena, de una playa en bajamar que distaba mucho de su estampa habitual en estos días de primavera.
De las playas de Cádiz como oasis a las de El Puerto , que no se pueden pisar. Distancia sideral en sólo 20 kilómetros. Sergio lo agradece «porque muchos vecinos están demostrando que no cumplen las normas y también porque no todos pueden ir ya que no viven a un kilómetro». Por su parte, mantiene el aislamiento ya que es su mujer Patricia la que baja con los dos niños, ajustándose a las directrices del Gobierno. «Hugo, con seis años, entiende que sólo pueden pasear. La pequeña Paula quiere salir con los juguetes y los muñecos pero hemos preferido que no porque es un riesgo de contagio».
En Jerez , Lucía resalta «la tranquilidad, pese a que me he encontrado más gente de lo que pensaba. Pero todo ha estado muy controlado, con los ciudadanos marcando la distancia de seguridad» Aprovechaban para visitar a sus abuelos, que los saludaban desde las ventanas . Álvaro y el pequeño Víctor estuvieron en el paseo de la Cachucha en Puerto Real , con el patinete, la pelota y «sin agobio ninguno. Sólo hemos estado media hora y quizás apuremos la otra media por la tarde».
Imágenes y fotografías de la excepción en el Estado de Alarma. Con reservas, precaución y preocupación , porque el virus no conoce ni se le conoce más allá de su nomenclatura y su virulencia. Pero por un día las curvas fueron las de las sonrisas, y eso es alimento para un espíritu maltrecho que necesita refuerzos para continuar la batalla.
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