Volcán de La Palma
Un gaditano en el corazón del volcán de La Palma
El comandante Ángel Luis Fernández es el jefe de operaciones de la UME en La Palma; «intentamos predecir su movimiento, paliar sus efectos, porque la lava es imparable»
«Nos preparamos para cualquier tipo de emergencia como tormentas, incendios, terremotos y también volcanes, aunque no sea un riesgo común. Contamos con la instrucción y el aprendizaje, nos faltaba la experiencia»
La lava incandescente avanza imparable. El volcán acaba de vomitar una nueva lengua de fuego mientras las diferentes coladas arrasan todo el terreno hasta desembocar en el mar, donde le han ganado terreno al agua. Fuego, humo, cenizas, gases y olor a azufre, temperaturas altísimas junto a piedras que alcanzan los 800 grados, hogares destruidos, cultivos devastados... y en el corazón de La Palma, el gaditano Ángel Luis Fernández Pérez bregando con la naturaleza para minimizar daños y apagar, literalmente, el incendio que la erupción va dejando a su paso.
Jefe de operaciones de la UME (Unidad Militar de Emergencias) el comandante Fernández ordenaba sus petates para aterrizar en tierras canarias el pasado día 20. Frente a la grandeza del desafío, reconoce que los esfuerzos se dedican a « intentar paliar los efectos de la lava, porque la lava es imparable, pero se puede intentar predecir y reducir los efectos colaterales».
« Es la primera vez que intervenimos en un volcán , pero tenemos planes de formación», defiende el gaditano. «Nos preparamos para cualquier tipo de emergencia como tormentas, incendios, terremotos y también volcanes, aunque no sea un riesgo común. Contamos con la instrucción y el aprendizaje, y ahora estamos adquiriendo la experiencia».
«Vigilamos la dirección de la lava, controlamos la calidad del aire y tomamos imágenes por dron para que los expertos analicen cada paso»
Justo cuando recibió la llamada al orden se encontraba «en Cádiz, junto a la Caleta, un día después de haber participado en la extinción del incendio de Málaga . Cuando le conté a mi novia que me iba para el volcán ni se lo creía. En los últimos años hemos participado en la contención de la pandemia del covid, en la nevada de Filomena en Madrid, en el terremoto de México... 'Ya sólo te falta un ataque alienígena', me dijo mi chica», bromea Ángel. Antes de marchar ya intuía que se enfrentaba a algo totalmente desconocido y único.
«Es impactante. Cada vez que te asomas y ves la boca del volcán soltando lava te quedas enganchado, anonadado . Ahora está cayendo ceniza que en ciertos puntos es más densa y son partículas de magnetita», confiesa, poco antes de la tercera visita del presidente Pedro sánchez al lugar de los hechos. «El calor es evidente y se siente cuanto más te acercas pues la lava está a 800 grados. El olor se percibe por la liberación de los gases, sobre todo de dióxido de azufre . Pero trabajamos de manera tan intensa que casi no lo sentimos, hasta que ya salimos y nos damos cuenta de donde estamos».
La UME, el recurso de emergencia
Durante estos días «vamos observando en función de la evolución de esta erupción, hacia dónde se dirige la colada para resolver los problemas que puede ocasionar como pequeños incendios, expulsión de gases, colaboramos en la evacuación...». Asegura que pese a lo que destilan las imágenes tanto en televisión como las fotografías « no tenemos sensación de asfixia. Se nota el dióxido de azufre, amonio, nitrato ... eso sí, no se debe estar mucho tiempo porque es tóxico, pero vamos bien protegidos y preparados».
En las actuaciones «nos cubrimos con el EPI (Equipo de Trabajo Individual) y usamos máscaras en función de la cercanía con el volcán». Es un riesgo controlado, un peligro asumido. « He podido estar sobre la lava . No está apagada, sino que lleva parada algunos días y se enfría, pero esto no terminará hasta que la montaña no deje de escupir fuego».
«sólo somos personas preparadas y formadas. No puedo sentir miedo cuando la población confía en mí. ¿Qué imagen daría? Y si lo sintiera, no lo expresaría nunca»
Las imágenes ejercen un efecto asombroso en el espectador. Una atracción mezclada con terror. ¿Sienten allí el miedo? «No. Puede parecer que somos superhéroes, pero sólo somos personas preparadas y formadas . No puedo sentir miedo cuando la población confía en mí. ¿Qué imagen daría? Y si lo sintiera, no lo expresaría nunca».
Ángel Luis Fernández Pérez, gaditano del barrio de la Laguna y antiguo alumno del colegio Cortadura , ingresó en la UME hace diez años y vive a caballo entre su tierra de origen y Morón de la Frontera, donde se encuentra destinado. Abonado del Cádiz CF y fiel aficionado amarillo, lamenta entre risas haberse perdido ya «los partidos contra la Real, el Barcelona y el último del Valencia. Fuera de bromas, mi obligación es estar aquí hasta que haga falta y de momento no reducimos presencia y mantenemos los turnos de doce horas, así que nos queda tiempo. No sé cuando volveré a casa», asume como parte de su labor.
Es el jefe de operaciones, responsable de diseñar el plan de cada día, encargado de ver que se ejecutan las acciones, analizar la información y la planificación del día siguiente. La experiencia la van adquiriendo cada minuto. «En primer lugar es clave la vigilancia de la lava, para intentar predecir por dónde va a ir . Ya estamos comprobando que la máxima influencia la tiene la orografía del terreno. Luego, el control de la calidad del aire pues preocupa la nube tóxica , más ahora que ha saltado el viento. Y también con el dron realizamos reconocimientos visuales para que los expertos puedan estudiar el carácter del volcán. Por supuesto, apoyamos en la evacuación de los vecinos, que es lo más duro ver cómo se quedan sin casas, sin los cultivos, sin parte de su vida . Y además del control y regulación de accesos, ya hemos sofocados conatos de pequeños incendios».
No sabe cuándo acabará esto. «El día que llegamos nos dijeron que iba a ser inminente la llegada al mar, y fue a los ocho días. Es impredecible. Acabará cuando deje de salir todo lo que tiene dentro , porque ya ha desembocado en el mar y está creando un delta alávico».
«Vamos a evitar que haya víctimas»
En el foco del volcán se viven momentos duros, tristes, pero lejos del dramatismo de otros desastres naturales como terremotos o incendios, donde a la destrucción del medio ambiental se une la pérdida de vidas humanas. « Hay que transmitir a los afectados la idea de que esto tiene solución , y vamos a evitar que haya víctimas, que es lo más trágico. Ver la cara de la gente contenta y agradecida recompensa la dureza de una labor en la que tienes que estar disponible siempre».
Supera la década de experiencia en la UME, la unidad creada por Rodríguez Zapatero y que se ha convertido en fundamental por la eficacia de sus últimas operaciones. « Es muy demandante, muy exigente. El que está aquí es porque le gusta porque requiere de mucha disponibilidad, con tiempos de reacción muy cortos y difícil de compatibilizar con una vida familiar». Le seduce porque «es una unidad nueva, moderna. ¿Esencial? Decir eso sería muy presuntuoso. Es un recurso más del Estado, que no soluciona el problema sino que aporta algo más. Es un complemento, el último recurso de emergencia del país para suplir las carencias a nivel autonómico».
«La UME es un recurso del Estado. Es un complemento, el último recurso de emergencia del país para suplir las carencias a nivel autonómico»
Participó en la última borrasca Filomena , cuando las tormentas colapsaron el centro peninsular. Casi se estrenó con el terremoto de Lorca y fue activado en el seísmo de Ciudad de México en 2017 , «donde estuvimos 15 días. Una experiencia en el barrio de Álvaro Obregón muy dura porque llegamos a sacar de entre los escombros hasta 42 fallecidos . Nuestra tarea era encontrar personas vivas pero también cadáveres porque su familia necesitaba reconocerlos», recuerda. Siempre alerta, al servicio de los ciudadanos, su labor fue muy sonada en la operación Balmis, en las primeras fechas de la pandemia del covid. «Al principio resultó ser muy desconcertante porque no teníamos claro lo que debíamos hacer. Nos encargamos de la desinfección, íbamos a residencias y distintas infraestructuras y regresábamos a nuestra base en Morón. Así un mes sin salir. Pero es algo que no sólo sufrimos nosotros, sino toda España».
Días intensos en el corazón del volcán, que sigue latiendo mientras el magma sale a borbotones. Impredecible, nadie augura un fin cercano, así que el equipo del comandante Ángel Luis Fernández se mentaliza para afrontar la misión más espectacular. Junto al fuego y bajo una lluvia de cenizas .
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