Es terrible que la solución sea irse. Lo hemos visto esta semana saltar a la portada de la actualidad, con las noticias acerca de la demanda alemana de ingenieros españoles, una nueva emigración que no se desprende, pese a todo, del regusto a maleta de cartón, aunque esta vez tenga ruedas, o bits. Aquí lo venimos sufriendo desde hace años. Los gaditanos mejor formados se tienen que marchar porque su tierra no es capaz de proporcionarles un empleo adecuado a su formación. Los padres saben que sus hijos, tras el esfuerzo de titularse, habrán de buscarse la vida lejos. Muchos que se han visto obligados a salir viven en la añoranza perpetua de la luz de la ciudad, cuando no en la rabia por tener que estar fuera, acentuada en estos días en que comienza a sonar el bombo y la cajay se celebra la gran ceremonia del ‘amour fou’ gadita. La mayoría de ellos, por no decir todos, sueña con volver y no se desprende del ansia por contribuir a mejorar Cádiz desde la distancia, desde su experiencia. Entre tanto, aquí crecen las tasas de paro, que también esta semana nos ha dado muy malos indicadores vía EPA e INEM, y esa luz al final del túnel que dicen que se atisba ya en el conjunto de España, tardará en llegar a la provincia y más lo hará si nos desprendemos de este modo de nuestras armas más valiosas.
El capital humano, o sea el porcentaje de población en edad de trabajar que tiene al menos educación secundaria, es el elemento más importante de la renta per cápita, junto con el potencial tecnológico, dijo Rafael Doménech, economista jefe para España y Europa del BBVA Research, en el desayuno-coloquio que mantuvimos el viernes. En ambos parámetros andamos fatal en España y peor en Andalucía, como ha estudiado la Universidad Pablo de Olavide. Sufrimos un gap enorme con el mundo, sí, pero es que además se nos van los pocos que tenemos, como lo demuestra el análisis de la emigración que presentó José Ignacio García, profesor de la UPO: el flujo de salida de trabajadores cualificados andaluces es muy fuerte, mientras que no hay movilidad en quienes cobran prestaciones por desempleo. La convergencia con la renta española ha caido un punto y algo tendrá que ver esto también. Es imperioso, por tanto, diseñar nuestra estructura productiva de modo que pueda retener a estos trabajadores cualificados, además de establecer de una vez una reforma educativa que eleve la formación de la población y la acerque a las necesidades del mercado de trabajo.
Resulta por eso tan importante el impulso que este viernes recibió el Parque de Las Aletas, como la única vía a medio plazo que vislumbramos para lograr una implantación de empresas tecnológicas que ofrezcan empleo de calidad. La adaptación realizada debe ser suficiente para cumplir con la sentencia del Tribunal Supremo que tumbó el proyecto anterior cuando ya estaban los camiones trabajando en los viales. Es prioritario que salga adelante, porque tiene una consignación presupuestaria elevada, clara decisión política y sobre todo un evidente estado de necesidad.