Al menos 41 muertos al descarrilar el metro de Valencia
El vuelco de un vagón en una curva al entrar en una estación provoca una de las peores catástrofes ferroviarias de los últimos años La velocidad y la rotura de una rueda, posibles causas del siniestro, que dejó más de 40 heridos
Actualizado: GuardarEl metro de Valencia se retorció ayer de dolor, en una de las peores tragedias ferroviarias de la historia de España. Al menos 41 pasajeros de un convoy que circulaba por la Línea 1 perdieron la vida y más de 40 resultaron heridos al descarrilar dos vagones en una curva pronunciada y volcar sobre la vía, poco antes de la llegada a la estación de Jesús, en el centro de la ciudad. Los supervivientes del tren, en el que viajaban 120 personas, salieron por las ventanas en medio del pánico y de «la tormenta de chispas y humo» levantada por el vuelco, en busca de las salidas a la calle. El subdelegado del Gobierno, Luis Felipe Martínez, atribuyó el accidente, que marcará la visita del Papa este fin de semana a la capital del Turia, a dos causas: «el exceso de velocidad, combinado con la rotura de una rueda». A falta de las conclusiones de la investigación, el hecho cierto es lo que vio un policía que participó en las tareas de rescate: «Lo que hay abajo es un desastre».
Y abajo, en el andén de Jesús, una de las 26 estaciones subterránea del metro de Valencia, los cuatro vagones retorcidos que formaban el convoy y la salida de viajeros ensangrentados revelaban el alcance de la catástrofe ferroviaria, una de las más graves ocurridas en Europa y la mayor conocida en los últimos años en España, por delante del descarrilamiento de un intercity en Huarte Arakil en 1997 y el choque de dos trenes en Chinchilla, en 2003.
En un primer momento y vista la pérdida de vidas y la magnitud del siniestro, sobrevoló por los túneles la pesadilla de un atentado, que pronto se disipó. «No hay ninguna causa que permita pensar que se trata de una situación provocada o un atentado. Estamos ante un accidente», aseguró el delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Antonio Bernabé.
Pero sí se repitió el horror vivido en el 11-M, cuando los móviles de las víctimas sonaban en intentos desesperados de sus familias por conocer la suerte de los suyos. De nuevo, muchos no contestaron. El móvil de los supervivientes también sirvió esta vez para alertar de la catástrofe a los servicios de emergencias, coordinados ya con motivo de la visita del Papa.
Céntrico apeadero
Gestionado por Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana, el metro siniestrado circulaba por la Línea 1 de norte a sur a de la ciudad, con destino a Torrent. Tras cargar poco antes de las 13.00 horas a los viajeros de la céntrica parada de la Plaza España, siguió su ruta hacia la estación de Jesús, situada en el barrio de Patraix y por lo general muy frecuentada, ya que ejerce de punto de trasbordo en un cruce de líneas. Las vacaciones restaron ayer pasajeros y salvaron a muchos del infierno.
De camino al andén, el tren dio «un inexplicable acelerón», según el testimonio de los supervivientes. Los viajeros se miraron extrañados, pensando en un susto pasajero. En el primer bandazo fuerte, cuando el convoy ya había cogido una velocidad fuera de lo normal, se escucharon los primeros gritos. Y luego otro y otro bandazo, «de lado a lado», cada vez más violentos. El convoy parecía fuera de control y el pánico se adueñó del pasaje. Al afrontar la curva de entrada al andén, un tramo peligroso y señalado para moderar la velocidad, el convoy sufrió una brutal sacudida. Descarriló el primer vagón y en su desbocada carrera arrastró al segundo, desencadenando la desgracia. Todos los fallecidos viajaban en ellos. Los vagones de cola impactaron contra las unidades volcadas en la vía.
El estruendo se sintió en la estación de Jesús, donde 150 personas se arremolinaban a la espera del metro. Vieron un resplandor en el túnel, acompañado de un estruendo. Muchos corrieron hacia la salida entre evidentes muestras de nerviosismo. Los trabajadores del metro abrieron los tornos de accesos para facilitar el desalojo.
Frenazo en seco
Los pasajeros que ocupaban los dos vagones traseros sintieron un frenazo en seco cuando descarrilaron los de delante. El metro quedó a oscuras. Unos empezaron a patear la lunas para escapar, mientras que otros se quedaron quietos, como paralizados por el shock. Al salir al túnel, entre humo y chispas, comprobaron el horror.
De los vagones volcados algunos pasajeros trataban de salir, ensangrentados. A rastras. Otros yacían mutilados, por las vías y el interior de las unidades. Algunos supervivientes optaron por echar a correr. «He visto personas tumbadas, pero he corrido, sólo quería ver la luz de la calle», dijo uno de ellos al llegar a la calle.
En la superficie, los equipos de emergencia habilitaron un hospital de campaña y desplegaron más de 30 dotaciones para atender a los heridos y recuperar a los fallecidos. Asistieron a 47 personas con lesiones, de las que 12 continuaban a última hora de ayer hospitalizadas, dos en estado crítico. Equipos de psicólogos socorrieron a los familiares de los fallecidos. Aunque en un primer momento el subdelegado del Gobierno aseguró que el descarrilamiento obedecía a una alta velocidad y una rueda rota, el portavoz del Gobierno de la Generalitat , Vicente Rambla, calificó de «imprudencia» hacer «valoraciones anticipadas», sin criterios técnicos. En cualquier caso, «todo apunta a un accidente fortuito». CC OO interpretó estas explicaciones como un señalamiento al «fallo humano» y denunció el deterioro de la Línea 1, la más antigua del metro de Valencia.