Alemania resucita en los penaltis
El equipo anfitrión aprovechó el cerrojazo de la selección argentina para empatar y ahora se jugará el pase a la gran final frente a Italia
Actualizado: GuardarArgentina llegó al estadio Olímpico de Berlín cantando de esperanza y salió llorando de frustracion. Era una auténtica fiesta su autocar mientras entraba en el estadio, pero al final sus jugadores se perdieron en una tangana con patadas, empujones y puñetazos tras perder un partido que tuvo en su cabeza y sus pies.
Alemania, la peor Alemania de lo que va de Mundial, no ganó. Se encontró con la victoria. Simplemente aprovechó las ventajas que le dio el rival en el día de ayer para forzar un empate en un balón bombeado y después demostrar una serenidad tremenda y una puntería absoluta en los penaltis.
El resto lo puso el portero Lehmann, inédito hasta entonces porque la selección Argentina controló y dominó pero no remató a puerta. Como Juan Román Riquelme no estaba ya sobre el campo, amargó la existencia a Fabián Ayala y al Cucho Cambiasso. Adivinó sus lanzamiento y salvó el honor de su selección, de su país y del Mundial, que de haber perdido al anfitrión habría sufrido una depresión de órdago. Argentina salió con Fabrizzio Coloccini en el lateral -no es su puesto natural y quedó bastante patente a lo largo del partido- y Carlos Tévez por el Pibito Javier Saviola. No pudo comenzar más bravo el partido.
Salieron los argentino de Pekerman a imponer su ritmo y los alemanes lo aceptaron de mala manera, aunque tuvieron que rendirse a la evidencia de que los de enfrente, aún sin profundidad ni remate, tenían más fútbol, mucho más. Fueron los que más propusieron y más expusieron.
Alemania se agazapó en su campo a esperar un despiste del rival. Argentina tuvo siempre el balón, lo jugó con gusto, pero sin sentido en muchas ocasiones. La posesión al final de la primera parte había sido suya, 63%, pero no había hecho ni un solo remate a puerta. El rival, tampoco había hecho demasiado. El bagaje a lemán se redujo a tan sólo un cabezazo de Michael Ballack que ser perdió por encima del travesaño.
Se encontró Argentina nada más comenzar el segundo tiempo con un gol de Ayala a la salida de un córner y sin embargo no supo negociar el partido con ventaja. Al revés, jugó peor a partir de ese instante.
Gran parte de culpa, si no toda, la tuvo su técnico. Pekerman vio que Alemania había reaccionado endemoniada y pensó que era el momento de intentar llegar al final con una defensa numantina ante su portería. Le salió mal la jugada. Quedaba demasiado tiempo aún y defender tan pronto es un peligro.
Los suyos, con su experiencia, habían logrado frenar el primer arreón entre le lesión de Abbandanzieri y el cambio, pero cuando quitó a Riquelme para meter a Cambiasso, firmó su sentencia de muerte.
Más que nunca el jugador del Villarreal era necesario en el partido. Seguro que no iba a sacrificarse en defensa como otros compañeros, pero iba a asegurar el balón y algun pase suyo podía habilitar a Hernán Crespo o a Carlos Tévez para que marcaran el segundo tanto y cerraran el partido de forma definitiva. No se puede montar todo el juego de un equipo en torno a un hombre y quitarle cuando es más necesario.
Pekerman dejó ciego a su equipo. Sin un guía claro en el centro del terreno de juego. Sin claridad, sin faro. Cuando Miroslav Klose empató, el seleccionador argentino ya no supo qué hacer. Argentina tenía el balón, pero no estaba Juan Román Riquelme. Nadie sabía a quién dárselo. A pesar de todo, los jugadores argentinos impusieron su oficio y acabaron los noventa minutos dominando. Además, llevaron la iniciativa en la prórroga.
Por su parte, la selección de Alemania apostó descaradamente por llegar a la suerte de la tanda de penaltis. Se la jugó y ganó. 1 1