Al Qaeda mutila y asesina a los dos soldados de EE UU que secuestró en Irak
«Fue una tortura tan brutal, que parece algo sobrenatural», relata el jefe de operaciones de Bagdad Las familias arremeten contra el Gobierno Bush
Actualizado: GuardarLa red terrorista Al Qaeda en Irak se atribuyó ayer el primer acto de venganza por la muerte de su líder Abú Musab al- Zarqaui. Sus víctimas fueron dos jóvenes militares estadounidenses con cara de niños -Kristian Menchaca y Thomas Lowell-, cuyos cuerpos fueron hallados en lunes por la noche tan deformados que no se podrá confirmar su identidad hasta que se les realicen pruebas de ADN. «En sus cuerpos hay señales de tortura, resultan muy claras», dijo el general Abdul Azziz Mohamed Jassin, jefe de operaciones del Ministerio de Defensa iraquí. «Fue una tortura brutal. Tan brutal, que parece algo sobrenatural».
María Guadalupe Vázquez, madre del texano Menchaca, abrió personalmente la puerta al periodista de la agencia Associated Press que tocó su timbre. La mujer tenía los ojos hinchados y aún le rodaban las lágrimas por la mejilla. Tal era su estado que Lozano no se atrevió a presionarla en busca de una reacción. Su sobrina dijo que la mujer «aguanta como puede» y aún mantenía la esperanza de que su hijo volviera a casa. Horas después el Ejército le arrebataría esa esperanza.
«¿Quién le cuenta a los medios lo que nosotros no sabemos antes de que nos lo digan?», preguntó molesto Mario Vázquez Menchaca, un tío del muchacho que vive en Houston. «No saben lo que nos ha trastornado oír los detalles de la tortura y la decapitación».
Otro tío de Menchaca, Ken MacKenzie, apareció ayer en el programa Today Show de la cadena NBC para criticar al Pentágono por no haber sido más ágil en el intento de rescatar a los dos jóvenes capturados el viernes cuando su control de carretera fue atacado. Otro soldado estadounidense murió en el enfrentamiento. «Creo que el Gobierno de EE UU fue demasiado lento en reaccionar a esto», dijo molesto el familiar del chico. «Debería haber tenido un plan para estos casos; pero como no la tenía, mi sobrino ha pagado por ello con su vida».
Pagar rescate
El hombre incluso considera que el Gobierno estadounidense debería pagar rescate para recuperar a sus hombres capturados, algo que el Pentágono desestima tajantemente con el argumento de que sólo alentaría más secuestros y asesinatos. Para MacKenzie, los soldados norteamericanos son, de todas formas, un objetivo codiciado en esa parte del mundo donde el dinero lo puede comprar todo, así que por qué no la vida de su sobrino.
De hecho fue un informante iraquí el que comunicó a las fuerzas estadounidenses el lugar donde se encontraron los cuerpos mutilados, cerca de una estación eléctrica. La comandancia del Pentágono en Irak había lanzado una operación de 8.000 hombres por tierra y aire en su búsqueda. La web islámica en la que el Consejo Shura de los Muyahidines se atribuyó las muertes, daba ayer fe de esa operación con toda sorna.
«El Ejército americano llevó a cabo redadas con varios vehículos blindados cerca del lugar del incidente, pero el Ejército más poderoso del mundo volvió derrotado, arrastrando la toga de la desgracia tras de él», recogía el comunicado por Internet. Según esta fuente, sería el propio sucesor de Al-Zarqaui el que los habría decapitado.
El portavoz de la comandancia estadounidense en Irak no confirmó la autenticidad del grupo islamista pero admitió que el rescate de los restos fue un proceso laborioso porque sus asesinos habían instalado debajo de ellos trampas explosivas para agravar el daño. La causa de sus muertes todavía no ha podido ser determinada.
Para la Casa Blanca, el trágico incidente, que enturbia una semana de buenas noticias en el territorio iraquí, es «un recordatorio de que nos enfrentamos a un enemigo brutal que no sigue las reglas de la guerra», dijo el portavoz Tony Snow.
Trágico recordatorio
Hasta ahora Estados Unidos ha evitado incidentes como éstos con una política militar de operaciones que rara vez deja sólo a un pequeño grupo de soldados. Según testigos del incidente en el que fueron apresados los dos jóvenes, otros dos vehículos militares se encontraban en la zona en el momento del ataque. Aunque los Humvees americanos persiguieron a los terroristas no lograron darles alcance, algo que el Pentágono no ha confirmado.
La última vez que se produjo un incidente similar fue el abril de 2004, cuando el sargento Keith Maupin fue capturado por insurgentes que atacaron su convoy de combustible.