VENCEDOR. Prodi se abraza a su nieta Chiara tras confirmarse el triunfo de La Unión. / AP
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Prodi gana por la mínima, pero Berlusconi no lo admite y exige verificar el recuento de votos

Vence en la Cámara por 25.000 votos, por dos escaños en el Senado y con un millón de votos nulos Los electores del extranjero decidieron el resultado a mediodía

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Romano Prodi y el centro-izquierda han ganado las elecciones verdaderamente por un pelo, un caso sin precedentes en la historia moderna de Italia, y su victoria sólo fue segura al mediodía de ayer. Increíblemente, pero siendo a la vez algo muy normal en este caótico país, el recuento no había terminado 24 horas después del cierre de los colegios. El panorama final ayer era paradójico: esta victoria es casi incómoda para Prodi, porque no ha sido el paseo triunfal que soñaba, y en cambio deja casi a Berlusconi como vencedor moral, porque las elecciones se habían planteado como la oportunidad de echarle y desde luego los italianos no le han echado, ni mucho menos.

Ésa es la otra gran noticia de los comicios, que Berlusconi sigue muy vivo, reforzado en una derrota por la mínima. De momento no acepta el resultado, pero tiene un enorme talón de Aquiles: el nuevos sistema electoral lo introdujo él a última hora como una zancadilla a la oposición, pero se ha vuelto en su contra.

La Unión de Romano Prodi ganó en la Cámara de Diputados, equivalente al Congreso, por 25.000 votos, menos de una décima en el porcentaje total de los 40 millones de electores. Sin embargo, el regalo de escaños hasta la mayoría absoluta, previsto por la nueva ley electoral como mecanismo de estabilidad, le entregó el control de esta Cámara hacia las cuatro de la mañana. Otra cosa fue el Senado, donde el escrutinio finalizado a esa misma hora dejó el marcador en un 155 a 154 a favor de Berlusconi.

Los seis escaños elegidos por los italianos residentes en el extranjero tuvieron la última palabra, que sólo llegó con el nuevo día. El resultado final de esta partida decisiva fue un 5-1 para Prodi que terminó por darle también la mayoría en el Senado.

Sin embargo, en una maniobra que desató perplejidad, Prodi ya se había proclamado vencedor de las elecciones a las tres de la mañana, cuando calculaba que La Unión se había llevado el triunfo en el Congreso. «Casi completado el escrutinio de la Cámara de Diputados, el centro-izquierda ha ganado las elecciones», dijo muy serio y sin asomo de alegría el secretario general de Demócratas de Izquierda (DS), Piero Fassino, a las 2.42 horas.

Pero lo que en ese momento estaba pensando el país, atónito ante la tele, es que no dijo ni pío del Senado, cuando estaba claro que aún no había nada decidido en esta mitad imprescindible de la tarta. Incluso las proyecciones entregaban esta Cámara a Berlusconi, con el riesgo de un temible empate. La escena de los líderes del centro-izquierda festejando con champán en su escenario fue de una irrealidad pasmosa.

El centro-derecha no tardó en ofrecer su réplica. El portavoz de Berlusconi, Paolo Bonauiti, leyó un comunicado con el que rechazaba la victoria de Prodi y decía cosas muy razonables para posponer cualquier celebración: a esa hora, La Unión había ganado con menos del 50% de votos en el Congreso y sólo 25.000 de diferencia, mientras Berlusconi sacaba 350.000 votos en el Senado y en cambio sí tenía más del 50% de los sufragios. Al final fueron incluso más, 428.179 votos. «Exigimos una verificación escrupulosa del recuento y las actas», concluyó.

Opinión clara

Aunque ayer el Senado acabó también en manos de La Unión, Berlusconi y la cúpula del centro-derecha comparecieron para decir su opinión, que fue muy clara: «Creemos que nadie puede decir hoy que ha ganado las elecciones con estos números, lo dirá la aritmética tras las oportunas verificaciones, no consideramos definitivos estos resultados». Según Berlusconi el recuento «presenta muchos lados oscuros, demasiados» y en el voto del extranjero habría «muchísimas irregularidades».

No dejó pasar la ocasión de reprochar a Prodi haber festejado de madrugada «olvidando que existe el Senado». No obstante, en un tono conciliador a años luz de su campaña electoral, llegó a sugerir a Prodi la posibilidad de una gran coalición, al estilo alemán, que fue rechazada por La Unión. Dado el exiguo margen de victoria, la mirada de Berlusconi se gira ahora hacia los votos nulos y los posibles y humanos errores de recuento.