«Será duro, pero duraremos cinco años», afirma La Unión
El Gobierno nace ya con un problema: debe esperar el relevo del jefe de Estado
Actualizado: GuardarLas primeras palabras de Romano Prodi en la mañana de ayer fueron la admisión, no la proclamación, de la victoria: «Hemos vencido por un soplo, pero ahora tenemos que comenzar a gobernar, quien gana, gana, esto es lo bonito de la democracia». El nuevo Gobierno llega casi pidiendo permiso y como quien ha vencido en la lotería, pero dispuesto a sentarse a trabajar. Sin embargo, no podrá hacerlo enseguida por uno de esos increíbles embrollos italianos que van a complicar aún más estas elecciones. Todo se puede retrasar un mes o más porque antes es necesario relevar al jefe de Estado, así que además de las necesarias comprobaciones de recuento, el Ejecutivo de Prodi nacerá con más retraso todavía. Algo preocupante para un país en crisis que no puede esperar.
En el limbo político
Es un lío largo de explicar: el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, termina justo ahora su mandato de siete años y debe ser sustituido, pero es él, como jefe de Estado, quien nombra al Gobierno. Ciampi no desea tomar esta decisión cuando está a punto de dejar el cargo, así que el Parlamento debe elegir un nuevo presidente de la República, que a su vez como primera decisión confirmará el nuevo Ejecutivo.
Éste será el primer obstáculo del segundo Gobierno de centro-izquierda de la historia reciente italiana, tras la victoria de Prodi en 1996. Aquella vez duraron dos años por las diferencias internas, y ése es el flanco débil que más se le va a mirar a este nuevo equipo, sobre todo ante la escasa minoría de que dispone en el Senado. El líder de La Unión reconoció ayer que el camino es cuesta arriba: «Será duro, pero duraremos cinco años». La alegría de la victoria no impidió ayer al centro-izquierda hacer un sincero análisis de los resultados. Se esperaban mucho más y no estaban preparados para llegar al poder de una forma tan ajustada.
Es verdad que tenían una buena coartada moral, la trampa del nuevo sistema electoral, y así lo dijo Prodi: «En teoría nos tenía que hacer perder, pero hemos ganado igual». Sin embargo, no podían eludir que la mitad exacta del país no ha votado por La Unión y se encuentran una Italia partida en dos. Berlusconi ya empezó a explotar ayer este factor y hasta se ofreció para una gran coalición a la alemana, rechazada de inmediato. «Superaremos la fractura de este país con una política y un estilo de gobierno que no estará basado en el enfrentamiento, gobernaremos también para quien no nos ha votado», prometió Piero Fassino, líder de Demócratas de Izquierda (DS), primera fuerza de La Unión.
El riesgo de división
Dentro de La Unión a este reto se une sus propia división interna. Han jurado mantenerse unidos, pero los resultados no animan la esperanza de Prodi de reforzar un núcleo reformista moderado en el centro-izquierda. Esa base, la fusión de DS y Margherita en El Olivo ha obtenido un 30% que no supone un crecimiento. En cambio, son los elementos más protestones de la alianza los que han subido en votos, como Refundación Comunista, Comunistas Italianos, Verdes y hasta la lista del ex-juez Di Pietro. De la responsabilidad de todos depende este gobierno.