Ni una sola pista conduce a ETA
El instructor del 11-M cree que las confusas declaraciones de testigos que apuntan a la banda tienen «nula consistencia» Ninguno de los miles de textos hallados menciona a la banda
Actualizado: GuardarLas 1.471 páginas del auto de procesamiento resumen las más de 80.000 del sumario, en las que figuran más de 25.000 de pruebas y miles de actuaciones policiales realizadas durante los últimos 25 meses. Pero ni una sola pista apunta a que la banda terrorista ETA, más allá de confusas declaraciones de testigos a los que el juez Juan del Olmo niega credibilidad, participase en la masacre. El magistrado desgrana en su resolución hasta la última gestión de los servicios de Información y la Policía Científica para certificar que la autoría de los atentados corresponde únicamente a una célula local islamista que se inspiró en Al Qaeda.
El instructor es tajante: las informaciones de testigos protegidos que hablan de que dos de los miembros de la trama asturiana, Antonio Toro e Ignacio Fernández, Nayo, negociaron con ETA para vender 100 o 200 kilos de explosivos tienen «nula consistencia» y se basan en supuestas confesiones de terceras personas. Es más, Del Olmo cree que el empeño de dos de los interrogados por implicar a ETA es una suerte de «chantaje» al juez y advierte de que «la Administración de Justicia no va admitir componendas».
La resolución certifica que desde apenas unas horas después de los ataques, la Policía trabajó con la hipótesis de que podía tratarse de una célula islamista y que el vídeo con la reivindicación yihadista localizado en las cercanías de la mezquita de la M-30 fue considerado como verídico nada más conocerse su existencia. Del Olmo descarta que alguien ajeno a la yihad tuviera relación alguna con las gestiones de la célula de Serhane Ben Fakhet, El Tunecino, para conseguir la goma dos usada en las bombas. Los análisis lofoscópicos (huellas dactilares) de las bolsas de los explosivos sólo han servido para identificar a activistas islámicos y a personas del entorno de mina Conchita, de donde se sustrajo la dinamita.
Además, el magistrado confirma que todos los explosivos y detonadores usados por los islamistas en los atentados de los cercanías y el AVE, así como los restos recuperados en el piso de Leganés, tienen idéntico origen: las explotaciones de la firma Caolines de Merillés, de donde fue robado todo el material.
No hay tampoco mención a los supuestos contactos en la cárcel entre imputados de la denominada trama asturiana, como Rafá Zouhier o Antonio Toro, con presos de ETA.
«Perfiles genéticos»
El juez dedica cerca de 300 páginas a describir uno por uno los más de mil documentos encontrados a los supuestos autores de la masacre, tanto en el piso de Leganés como en los inmuebles de los otros detenidos. Los análisis de esos millares de pruebas, insiste el juez, hablan de Al Qaeda y de «proselitismo yihadista» , pero ni una sola vez de ETA. Del Olmo tampoco ahorra detalles a la hora de describir las investigaciones de los 86 perfiles genéticos encontrados en los lugares de los hechos y en los escondites de los terroristas. El auto detalla los cruces de cada uno de estos perfiles para concluir que todos están relacionados con la célula de El Tunecino o pertenecen a la trama asturiana.
Y sobre la polémica mochila rescatada en el apeadero de El Pozo del Tío Raimundo, que permitió desentrañar toda la madeja, el magistrado no admite sospecha alguna de su origen y validez como prueba de cargo. Según Del Olmo, nunca estuvo fuera de la vigilancia policial y todas las dudas sobre su custodia están «aclaradas y precisadas». Además, revela que la bomba que contenía la mochila tenía «todos los elementos necesarios para su correcto funcionamiento», pero los terroristas olvidaron conectar los cables.