Maremoto de 1755 Cádiz

La Virgen de La Palma y el barrio de La Viña vuelven a reencontrarse mirando al mar

La Virgen de la Palma se convierte en el primer paso en procesionar por las calles de Cádiz con motivo de la salida extraordinaria del 1 de noviembre

La Virgen de la Palma, a su paso por el Balneario, en La Caleta. Antonio Vázquez

N. Agrafojo

Hasta el tiempo invitaba a recordar aquella mañana del 1 de noviembre de 1755 en la que Cádiz vivió uno de los episodios más catastróficos de su historia. Más de doscientos años después, y con el cielo cubierto como casi todos los 1 de noviembre, el maremoto que asoló la provincia gaditana sigue en el recuerdo de los fieles, pero especialmente entre los vecinos de La Viña , donde la historia sitúa uno de los milagros más recordados en la ciudad.

Aquella frase del padre Macías, gritando «¡hasta aquí Madre mía!» -que se recoge en los archivos de la Archicofradía de La Palma- volvió a sonar con fuerza en un barrio que volvió a reencontrarse con su bandera y su esperanza, la Virgen de la Palma.

Los actos para conmemorar un nuevo aniversario de la interseción de la Virgen de La Palma en el maremoto comenzaron temprano. A las nueve de la mañana del lunes arrancaba la jornada con la tradicional misa, para dar paso acto seguido al rosario cantado que llevó a una multitudinaria comitiva por las calles Virgen de la Palma, Cristo de la Misericordia y Pericón de Cádiz, hasta llegar a la muralla de la playa de La Caleta, donde tuvo lugar el tradicional acto de bendición de las aguas, que contó con el mismo crucifijo que salió a la calle en 1755.

Al regreso de la comitiva, la Iglesia de La Palma volvió a acaparar todo el protagonismo con la celebración de la función votiva oficiada por el obispo de la diócesis Rafael Zornoza.

Tras estos actos de recogimiento, la fiesta se trasladó a las calles del barrio , donde los vecinos volvieron a colocado las habituales banderolas para recibir a la Virgen, a la que no veían procesionar desde antes de la pandemia del coronavirus.

A pesar de la incertidumbre generada por las previsiones meteorológicas, que apuntaban un pequeño porcentaje de lluvia a la hora de salida, finalmente el primer paso de Cádiz salía a la calle pasadas las cinco y media de la tarde para devoción de sus fieles.

Con un estricto protocolo de seguridad, que llevó a los cargadores a congregarse hasta una hora y media antes de la salida para someterse a unos tests de antígenos , se abrieron las puertas del templo. Un momento que despertó mucha emoción entre sus más fieles e incluso se pudieron ver algunas lágrimas de alegría ante un momento muy esperado.

La imagen, vestida con el terno de tisú blanco bordado de salida, con ráfaga y la corona de la coronación canónica, estrenó un encaje para el tocado regalado por un hermano. El exorno floral lo conformaban rosas, gladiolos y lisiantum en tonos blancos y pastel.

La procesión dejó además una imagen única, de la Virgen en la Caleta, a la altura del Balneario de la Palma, tras la novedad incorporada este año en el recorrido. Más de tres horas de fervor para volver a sentir el cariño de todo un barrio entregado a su reina.

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