Tribunales | Cádiz
Juicio Santa María: El testigo presencial niega que los policías le dieran al fallecido golpes en la cabeza
El hombre que llamó porque Juan Antonio le estaba persiguiendo con un punzón asegura que temió por su vida y que los agentes «no podían con él»
«Si no llego a llevar chaleco antibalas yo hoy no estaba aquí», declara el agente que fue agredido en el tórax
Segunda sesión del juicio que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Cádiz contra cuatro policías acusados de haber causado la muerte a golpes a un hombre en la Semana Santa de 2015 en el barrio de Santa María mientras que lo estaban deteniendo. Y en esta jornada ha sido clave el testimonio aportado por la persona que llamó al 091 porque el fallecido, Juan Antonio Martínez, le estaba «persiguiendo con un punzón en la mano».
Antes de que testificara este vecino, el jurado, que dictaminará la inocencia o culpabilidad de los policías, pudo escuchar en sala las llamadas que este hombre hizo al 091 cuando, según se escucha en estos audios y también su propia palabra, el fenecido, armado con un destornillador y sin explicación aparente, comenzó a perseguirle con la supuesta intención de atacarle. La llamada, una prueba clave, así lo constata ya que el requirente se muestra alterado, nervioso, y retransmite todo lo que va ocurriendo pidiendo una y otra vez ayuda.
«¡He bajado de casa para irme a trabajar y llevamos viendo días a un vecino que está algo disparatado, que no está bien... se me ha puesto a chillar y se ha venido corriendo detrás con algo como si fuera un punzón o algo en la mano, he tenido que salir corriendo!». (...). «¡Míralo, lo veo aquí corriendo, viene detrás, míralo, aligérate!», alerta a la Policía desde el lugar de los hechos. Posteriormente, relata cómo las patrullas llegan y le dan encuentro. Entonces empieza a advertir que los agentes «no pueden con él» y que incluso, llega a 'pinchar' a uno de ellos. Pide que manden refuerzos y una ambulancia.
Pues bien, el testigo se ha confirmado en lo que relató en esta llamada. En una declaración algo trabada, debido a las continuas y repetidas preguntas del letrado de la acusación particular, el vecino ha explicado como días antes ya percibió que Juan Antonio tenía una «actitud rara» . Según contó, tuvo un encuentro con él. «Fue muy raro, me lo encontré, y de repente me miró y se puso a discutir con mi coche». Al parecer no llevaba muchos días viéndolo por el barrio pero sí se lo había cruzado en alguna ocasión porque vivían ambos en fincas colindantes.
Y así el Sábado Santo cuando salía a su trabajo como panadero, pasadas las seis de la mañana, se lo encontró en el patio. «Estaba al lado del ascensor, hablaba con un pilar. Me vio y se vino para mí con algo en la mano», relató. «Salí corriendo, me perseguía. Ya en la calle nos vio una señora que llamó al 112. No se le entendía. Balbuceaba. Me siguió como unos cien metros».
Fue entonces cuando llegaron las patrullas tras el aviso que él había dado. «Tardaron en llegar minutos gracias a Dios...», relataba. «Cuando vio a la Policía me dejó de seguir». El testigo se retiró unos metros y los agentes fueron tras el fallecido que torció hacia Santa María desde el Campo del Sur. «Oía como le daban el alto. Le decían ¡alto!, ¡Policía!, muchas veces...» . Ya desplazado hacia donde lo habían interceptado y una cierta distancia por seguridad observó, según su testimonio, cómo los agentes intentaban reducirlo. «Vi como apuñaló a uno y le tiró de espaldas». «No podían con él, era imposible, él les atacaba una y otra vez y ellos intentaban que parara». Sobre dónde exactamente los agentes le dieron los golpes con sus defensas, el testigo aseguró en varias ocasiones que «siempre en los brazos y las piernas. Ninguno en la cabeza», insistió.
Este testimonio no coincidió con el aportado por otro supuesto testigo que, según declaró durante la instrucción (pero no desde el primer momento cuando fue requerido por la propia Policía, sino de manera posterior en el juzgado), había visto lo ocurrido. Como volvió a afirmar ante el tribunal lo vio desde su casa porque se despertó por los fuertes golpes sobre la tarima que esos días estaba colocada frente a la Iglesia de Santa María con motivo de la Semana Santa y donde cayeron durante la detención. Como contestó a preguntas incluso de la presidenta del tribunal, lo presenció tras una ventana con la persiana echada «hasta abajo» . Ante la duda planteada por la magistrada por esta circunstancia, el testigo insistió que sí fue capaz de verlo todo.
Además, el fiscal le dirigió varias cuestiones sobre su pasado penal al haber sido condenado años antes en una intervención en la que participó la Policía y haber pasado un tiempo en prisión. Él negó tener cualquier tipo de animadversión contra los agentes asegurando que su testimonio era veraz y que lo que había presenciado era una «paliza» de los policías hacia el fallecido. «Los golpes eran a todos lados», aseguró.
Esta persona además afirmó que Juan Antonio no se comportaba de forma extraña, sin embargo el Ministerio Fiscal le recordó la declaración que había dado en el juzgado en la que decía que lo había visto bebiendo «y dibujando cosas en el aire». También se le cuestionó sobre dos encuentros que tuvo. Uno de ellos con las hijas del fallecido a las que, como declaró, les sugirió que «le hicieran una autopsia» al cuerpo del padre, y otro con un supuesto detective o miembro de Amnistía Internacional (no lo sabía) al respecto de este suceso. Sobre por qué no había declarado su pareja que también vio lo ocurrido como él ese día según su propio testimonio, afirmó que «no quería que se metiera en líos» y por eso nunca lo dijo.
Así el fiscal solicitó que el jurado pudiera tener acceso a la declaración que esta persona había hecho durante la instrucción para, como explicó, pudieran valorar «las contradicciones».
«Fue a por él»
También declararon en esta segunda sesión dos de los policías acusados. Ambos coincidieron en el testimonio que ofrecieron y que ya había aportado su otro compañero. El cuarto prefirió acogerse a su derecho a no declarar después de haber sufrido una crisis de ansiedad este pasado martes mientras testificaba por lo que tuvo que ser asistido por emergencias sanitarias.
Pues bien, uno de los agentes explicó cómo llegó hasta el lugar y cómo sus compañeros «intentaban tranquilizarlo». Relató que el ataque se produjo cuando uno de estos policías se acercó para intentar que se desarmara. «Fue a por él, de forma sorpresiva le atacó al cuello». A partir de ahí se sucedieron los momentos de máxima tensión donde, como insistió, la única intención que tuvieron era que soltara el arma y que no agrediera a nadie. Este agente de hecho se puso en medio cuando Juan Antonio se lanzó a por otro que estaba en el suelo. Fue entonces cuando recibió varios pinchazos en el tórax. « Entré a salvar a mis compañeros porque iba a matar a alguien . Si no llevo a llevar chaleco antibalas hoy no estoy aqui», llegó a decir visiblemente emocionado ante el jurado.
En cuanto al uso de las defensas que hicieron, volvió a insistir que fue siempre de forma reglamentaria ante la situación que estaban viviendo. «Golpeamos en la zona media pero él no paraba de moverse», «¿Le golpearon en la cabeza?», le preguntó el letrado de la acusación. «Rotundamente, no», contestó. «Iba a cazar, llegó a levantar a mi compañero de 140 kilos, no paraba, el ansía que tenía no lo he visto en los muchos años que llevo en la calle. Tuvimos miedo y temimos por nuestra vida».
Al hilo de este agente se pronunció el otro policía procesado. Este fue el primero en recibir un golpe en el mentón y al que tiró al suelo en un primer momento. «Venía a matarme. Mi compañero me salvó», dijo. «Usamos las defensas pero siempre para desarmarlo. Incluso boca abajo en el suelo intentaba dar bocados y patadas».
La vista continuaba con la declaración de otros testigos que servirán al tribunal popular a dibujar todo lo que ocurrió y en qué circunstancias. Como se recordará, la acusación, la familia del fallecido, pide para los policías una pena de quince años de prisión por homicidio y una indemnización de 750.000 euros. Por su parte, Fiscalía, Abogacía del Estado y defensas solicitan la absolución al considerar que Juan Antonio no falleció por los golpes de los agentes, que no se extramilitaron y que actuaron en el desempeño de sus funciones.
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