Tribunales | Cádiz
'Caso Santa María', llega la hora
Cuatro policías nacionales se sientan desde este lunes en el banquillo de la Audiencia de Cádiz para ser juzgados por la muerte de un hombre al que reducían

Llegó la hora. Seis largos años han pasado desde que aquella madrugada de Sábado Santo en 2015 un hombre armado y «fuera de sí» fallecía en el barrio de Santa María de Cádiz mientras cuatro policías nacionales de radiopatrullas intentaban que no les ... hiriera a ellos mismos ni atacara a nadie cuando lo estaban deteniendo. La víctima, Juan Antonio Martínez, de 50 años, diagnosticado de trastorno bipolar, acometió varias veces contra los agentes con un destornillador causándoles varias heridas y lesiones, según la versión dada por los actuantes y la misma que siempre ha mantenido como cierta la Fiscalía durante toda la instrucción de este sensible caso. El forense examinaba a las nueve horas de la mañana el cadáver en las mismas escalinatas de la iglesia del Nazareno donde yacía el cuerpo ya sin vida de este hombre.
Tras esas angustiosas horas han sido muchas los autos y las diligencias que se han practicado, las declaraciones escuchadas y hasta la petición de archivo de la causa por la misma jueza que lo instruyó y también por el Ministerio Fiscal que, tras examinar todas las pruebas aportadas (incluyendo el informe forense), solicitó el sobreseimiento. Sin embargo, la familia de la víctima, única acusación en este caso, pidió la reapertura y la Audiencia Provincial de Cádiz consideró que el procedimiento tenía que continuar hasta juicio.
Será por tanto este lunes cuando dé comienzo la vista oral que se celebrará en la Sección Cuarta con jurado popular al tratarse de un supuesto caso de homicidio doloso. En un lado, la familia del fallecido que considera que los policías se extralimitaron en la fuerza empleada y que ello le causó la muerte. Piden para cada uno de los agentes quince años de prisión por un supuesto delito de homicidio, además de una cuantiosa indemnización. Por otro, la defensa, la Fiscalía y la Abogacía del Estado que consideran que actuaron siempre en legítima defensa y en el cumplimiento del deber de sus funciones, por lo que solicita al tribunal la absolución.
Los hechos
Los hechos que ahora se juzgan ocurrieron el 4 de abril de 2015, un Sábado Santo en pleno barrio Santa María de Cádiz. El fallecido salió de su domicilio sobre las seis y media de la mañana, y según el escrito del fiscal, «en estado de alteración debido a un brote de trastorno bipolar» se dirigió a un vecino al que le comenzó a gritar «expresiones incoherentes» al tiempo que se aproximaba a él con un punzón-destornillador en la mano. El vecino salió corriendo y llamó a la Policía para que acudieran en su ayuda.
Hasta el lugar y tras el aviso del 091 fueron dos patrullas. Al percatarse de la presencia policial, Juan Antonio se introdujo en la calle Mirador. Los policías le pedían una y otra vez que parara, que depusiera su actitud y tirara el punzón al suelo. Sin embargo, hizo «caso omiso» a estas indicaciones respondiéndoles al grito «¡venid para acá que os voy a pinchar!», mientras se aproximaba a ellos. Los agentes solicitaron entonces el refuerzo de otra dotación, por lo que en pocos minutos, se presentó otro ‘zeta’ con dos indicativos más.
Ya más cerca de la Iglesia de Santa María, tras volverle a insistir repetidamente que tirara el arma, Juan Antonio, lejos de hacer caso, se abalanzó contra uno de los funcionarios lanzándole un golpe con el destornillador a la altura del cuello que el agente trató de esquivar, lo que logró en parte, ya que fue alcanzado en el mentón. El policía cayó de espaldas al suelo, lo que –según la Fiscalía– intentó aprovechar el agresor para lanzarse nuevamente sobre él.
En ese momento los demás policías intervinieron para intentar evitar otro ataque. Pero de nuevo el hombre, «fuera de sí», arremetió contra otro de los policías al que lanzó varios golpes a zonas vitales del tronco que impactaron en el chaleco antibalas que llegó incluso a romperse. Otro de los agentes tuvo que retroceder y cayó sobre la tarima de madera que se coloca en la iglesia para el paso de las procesiones lo que le provocó varias lesiones.
Ante tal situación, y dado «que no deponía en su actitud», los policías comenzaron a golpearle con las defensas reglamentarias para inmovilizarlo y poder colocarle los grilletes. El hombre no dejaba de resistirse hasta que dejó de forcejear y moverse, comprobando los agentes que estaba inmóvil, que había fallecido. Los policías comenzaron entonces a hacerle las maniobras de reanimación y solicitaron la presencia de los servicios médicos, que, cuando llegaron al lugar tampoco pudieron hacer nada por la vida de Juan Antonio. La Fiscalía especifica en sus conclusiones que el agresor «padecía un trastorno bipolar, no seguía el tratamiento médico y mantenía un alto consumo de cannabis».
Un asunto que se archivó
Como decíamos, este asunto llega este lunes a la Audiencia Provincial después de varios cambios en su señalamiento pero además, después de que se pidiera su archivo . Fue en enero de 2016, cuando el Juzgado de Instrucción número 1 de Cádiz dictaba, a través de un auto, el sobreseimiento de este caso al considerar su titular que las actuaciones no eran constitutivas de un delito de homicidio. Según recogía dicho auto al que tuvo acceso LA VOZ, la muerte de Juan Antonio sí había sido de origen violento, siendo la causa fundamental «un mecanismo mixto postraumático y orgánico, y el mecanismo iniciador de la misma, una hemorragia subdural y subaracnoidea postraumática». El informe forense reflejaba además que el fallecido padecía trastorno bipolar sin seguir tratamiento médico y con alto consumo de cannabis, «lo que le generaba en él un estado de gran agitación psicomotriz».
Sin embargo el auto judicial matizaba que no se podía entender que se produjera un exceso de la violencia en la actuación policial por el uso de medios o mecanismos inadecuados o prohibidos, porque estos no se habían utilizado, ya que usaron sus «defensas reglamentarias». Ni que la fuerza empleada fuera desproporcionada a la violencia contra ellos ejecutada, «toda vez que los intentos iniciales de calmar al agresor resultaron inútiles, acometiendo éste contra los agentes utilizando un punzón con el que resultaron lesionados».
Por todo ello, la jueza consideraba: «no cabe sino entender que los agentes actuaron en el ejercicio de las funciones propias de su cargo, que durante su actuación se hizo necesario el uso de la violencia y que en esa tesitura hicieron uso de los métodos menos lesivos posibles, siendo su actuación en todo momento proporcionada y consecuencia del previo ataque violento ». Por todo ello pedía el archivo.
Pero en diciembre de 2016 la Audiencia revocó este auto de sobreseimiento y ordenaba al juzgado que siguiera investigando los hechos. Los familiares del fallecido, que era natural de Albacete pero vivía solo en Cádiz, habían recurrido defendiendo siempre que la actuación policial fue desproporcionada y que hubo abuso de poder.
Para sostener esta tesis se basan, sobre todo, en las conclusiones del informe de la autopsia, donde los médicos forenses especifican que la muerte de Juan Antonio fue de «origen violento» y señalan «como causa fundamental una hemorragia subdural postraumática como consecuencia de acciones contusas en el cráneo», apreciando graves lesiones cerebrales.
Una semana de juicio
La vista oral por este caso comenzará este lunes con la constitución del jurado popular que será quien se encargará de dictaminar la culpabilidad o inocencia de los procesados cuando la presidenta magistrada les entregue el objeto de veredicto. El segundo día se realizará el interrogatorio a los policías acusados, y el siguiente será la testifical de la acusación. Según este calendario, el cuarto día será clave ya que se dedicará al análisis forense , tanto de los médicos que hicieron el primer reconocimiento y la posterior autopsia, como el de los peritos que llevan tanto acusación como la defensa, quienes explicarán al tribunal sus distintas tesis tras haber elaborado un minucioso estudio del caso.
Oídas todas estas declaraciones, Fiscalía, Abogacía del Estado, abogados de la defensa y de la acusación particular harán sus informes y conclusiones. Y el último día, está previsto que el lunes siguiente, se dará el veredicto de un delicado asunto que se ha dilatado seis largos años y que ahora tendrá por fin la última palabra.
«¡He tenido que salir corriendo, viene detrás de mí!»
Durante la vista será de especial interés el testimonio del vecino que llamó a la Policía porque el fallecido iba persiguiéndole, supuestamente, con un punzón en la mano, acción que desencadenó en todo lo ocurrido. «¡He bajado de casa para irme a trabajar y llevamos viendo días a un vecino que está algo disparatado, que no está bien... se me ha puesto a chillar y se ha venido corriendo detrás con algo como si fuera un punzón o algo en la mano, he tenido que salir corriendo!». Este es el primer aviso que se recibía en el 091 de esta persona y que figura en el sumario de la causa al que ha tenido acceso LA VOZ. «¡Míralo, lo veo aquí corriendo, viene detrás, míralo, aligérate!», avisa nervioso.
De inmediato se dirigieron al lugar las patrullas que estaban de servicio y, minutos después, otros efectivos de refuerzo. Pero este vecino, ya liberado de la persecución, seguía siendo testigo de lo que ocurría y llamaba de nuevo al 091 para informar de que el asunto se estaba complicando. «Se está resistiendo y todo –cuenta– está como los locos, mira, con los ‘cuatro’ ahí liado y es que tiene un cuchillo y todo en la mano (...) ¡Mira, esta gente no puede con este hombre, va a tener que mandar a más gente!», advierte. «¡Con los cuatro, quillo, con el cuchillo, le ha pinchado y todo a un compañero. A tu compañero lo ha pinchado, manda una ambulancia o algo, de verdad!».
Por su parte los agentes comunicaban:«Estamos intentando reducir, a ver si lo podemos engrilletar. Está complicada la cosa, se está resistiendo mucho».