REPORTAJE | BOMBEROS
Los guerreros del infierno de la habitación 655
Los bomberos que actuaron en el incendio del hospital Puerta del Mar de Cádiz relatan a LA VOZ cómo vivieron esos tensos momentos en unas semanas que están siendo particularmente intensas para ellos
«Pudo ser una desgracia pero un excelente trabajo de todos impidió que ahora estemos hablando de muertos», cuentan
Parte de los efectivos que actuaron en el incendio, ayer en el parque de bomberos de Cádiz.
El incendio del hospital Puerta del Mar de Cádiz pudo ser una auténtica desgracia. Una planta llena de pacientes, de personas enfermas con la movilidad dañada por el virus que mata. Pero no lo fue. Un excelente trabajo en equipo lo impidió. ... Sanitarios, personal del centro, vigilantes, policías y bomberos hicieron posible que el único recuerdo que nos quede ya de ese 10 de febrero sea el susto y la pérdida material. Pero en esto siempre hay una premisa clara. El fuego no avisa y si no se controla a tiempo puede ser letal. En estos últimos días la capital gaditana está siendo bastante consciente de ello con la declaración de varios incendios, más o menos graves, pero en los que siempre hay que actuar.
El equipo de Bomberos lo tiene clarísimo. Saben que ellos están para eso, que hacen su trabajo, pero en el caso del hospital contaron con una ayuda que fue determinante. Así lo relata Juan Carlos Rojas, el jefe del Parque de Cádiz, quien estuvo como el resto de sus compañeros cumpliendo su función.
«Me llamó el jefe de turno avisándome. Estaba en la calle pero no lo dudé:'voy para allá', le dije». «En el trayecto me confirmaron que estaban saliendo llamas por una ventana. Cuando llegué ya estaban terminando de montar una línea de manguera por la escalera sur de emergencia. La fortuna fue que el incendio se dio en la habitación anterior al rellano de esa salida ». La suerte dentro de lo malo también jugó a favor. «Si el cuarto donde se provocó el fuego en vez de estar ahí, hubiera estado en medio del pasillo se hubiera formado un fondo de saco, la salida hubiera sido mucho más difícil», relata una vez ya analizado lo que pudo ocurrir.
«Confirmamos que no había nadie y eso nos dio cierta tranquilidad. Ya se podía actuar de forma más segura y directa. El humo era muy denso y asfixiante. Los colchones al ser antiescaras tienen un elemento plástico que hace que eso sea así. Cuando se apagó el fuego, empezamos con la ventilación forzada para que el humo, los gases y el hollín salieran». Lo hicieron de manera escalonada en diferentes alas para que no hubiera ningún rebufo.
Y así, poniendo control al descontrol fueron calmando la situación. Apagando fuegos. Su misión. «Nuestra prioridad máxima es la salvaguarda de vidas y luego la de bienes». Pero hay lugares y lugares. «Cuando te dicen que es un hospital es un agravante, no puedo coger por ejemplo a una persona como cualquier rescate y salir corriendo porque puedes provocar un daño mayor».
Además no hay que olvidar que era una planta Covid, varias plantas. Pero eso no les frenó. «Pasó a un enésimo plano. En ningún momento nadie pensó en apagarlo desde fuera. Se asumen esos riesgos porque es nuestra profesión y estamos para eso». Y, además, el jefe del Parque gaditano, alaba el trabajo que hicieron los sanitarios. «Su comportamiento fue de sobresaliente. El caos que tuvieron que vivir tuvo que ser terrible pero al final fue la eficiencia de la perfección consumada. Cuando llegamos nos liberó saber que ya no había gente dentro. No hay víctimas por la labor tan perfecta que hicieron y porque el plan de autoprotección funcionó. La potencia del fuego y la temperatura fueron muy importantes . Ver después cómo quedó aquello... el que no hubiera víctimas fue un logro».
«Los sanitarios lo hicieron de sobresaliente. Cuando llegamos sentimos la tranquilidad de saber que no había ya nadie dentro»
Tras cuarenta años de servicio, Juan Carlos Rojas está a punto de jubilarse. «He vivido experiencias de todo tipo , situaciones muy complicadas pero siempre sabes que estás ahí para intentar evitar el máximo daño posible». Y así fue testigo directo también del incendio del hospital del año 91 cuando salió ardiendo un sótano que podía afectar a zonas tan sensibles como el área de medicina nuclear. «Aquello fue mucho más caótico. Se evacuó entero. Los taxistas, la Policía, la ambulancias... por todos lados, no había tanta previsión. A raíz de lo que ocurrió se pusieron en marcha muchos planes antiincendios y de autoprotección».
Como por ejemplo, la formación de riesgos al personal del hospital, o las puertas sectorizadas que hay entre unos pasillos y otros y que con unos electroimanes se cierran solas evitando la propagación del fuego y del humo. El techo además se subió hasta el forjado para formar sectores también para el mismo fin. «Se han realizado muchas mejoras. Ha habido un esfuerzo importante y el otro día funcionó».
Casco lleno de hollín de uno de los bomberos que actuaron, tras el servicio.
Ignacio Rocha, bombero especialista, fue otro de los 'guerreros' que lo dieron todo como el resto de sus compañeros para que el fuego del hospital quedara en lo que quedó. «Podría haber sido un drama», coincide. «Se dieron muchos condicionantes para que saliera bien. La localización del fuego al lado de la puerta de emergencia fue una ventaja. Un hospital es prácticamente un laberinto y se puede complicar mucho. Pero ya desde la avenida quedó clara la maniobra. También fue clave la ayuda impresionante de los sanitarios y el trabajo en equipo».
Aunque enfrentarse a una situación así no es nada fácil. «Claro... cuando vas a una extinción a un hospital el nivel de estrés que tienes es mucho mayor. Sabes que va a haber más gente afectada y con su movilidad reducida. Además, en este caso, la planta era una sexta y solo nuestro equipo pesa 25 kilos por lo que el desgaste de oxígeno que consumimos es mayor». Aún así, se asume. «Forma parte de nuestro trabajo. Eres consciente que vas a ayudar en lo que puedas y después lo que pase pues se intenta siempre solucionar».
Ignacio lleva quince años como bombero y, como confiesa, «nunca había vivido un servicio así». Y además, en una planta Covid . Algo que ni pensaron. «Ya nos vamos habituando a esta situación, tenemos equipos de protección. De todas formas nuestro trabajo siempre es de riesgo y está asumido. El poder infectarte es quizá uno más».
«Que fuera o no una planta Covid daba igual, eso pasa a un enésimo lugar cuando hay en peligro vidas»
Los bomberos de Cádiz contaron en ese servicio con el apoyo del parque de Chiclana . Solo tuvieron que dar el aviso y todo se puso en marcha. Así lo cuenta José Orellana, jefe de dicho parque desde el año 2003. «Nos estábamos ya enterando de lo que estaba pasando y nos informaron que necesitaban apoyo. Nos desplazamos con un vehículo más y con turboventiladores que hacían falta. Cuando llegamos nos asignaron la quinta planta para evacuar el humo. Yo estuve con ellos y luego en la inspección y la valoración de cómo había quedado todo».
Y mientras llegaba, a este veterano que se inició como bombero hace cuarenta años, también le vinieron recuerdos de aquel servicio de 1991 . «Yo era jefe de guardia. Me impresionó el otro día volver a ese mismo lugar. Entonces intentamos evitar que el fuego pasara al departamento de medicina nuclear. Se consiguió y tampoco hubo víctimas pero en esta ocasión había más prevención. De hecho ese siniestro sirvió para poner las pautas del plan de autoprotección y de otras mejoras». Sin embargo, la entrega a su labor no evitó que a José, tantos años después, le vinieran a la mente el otro día cómo en aquella ocasión luchando contra el fuego en el sótano se quemó las orejas y el cuello. «Los equipos eran otros. Ahora vamos muchísimo más protegidos».
«Yo estuve en el incendio del 91, me quemé las manos y el cuello. Aquello marcó un antes y un después en la prevención»
Y, desde la experiencia y una gran vocación, vuelve a coincidir con sus compañeros en asumir que siempre puede haber gajes del oficio. «Lo importante es llegar lo más rápido posible, actuar con certeza, rescatar y ayudar. Dejas de pensar en ti mismo. En eso consiste esto».
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