Cádiz

Aumenta el riesgo de pobreza crónica

El impacto social de la crisis económica no se ha superado y la fractura entre los colectivos más desfavorecidos se consolida entre los gaditanos

M. LANDETA

El Carnaval de Cádiz entonó ayer sus penúltimas coplas y los disfraces empiezan a desaparecer de las calles. Se acerca la hora de volver al día a día, a lo cotidiano, de borrar los restos de maquillaje que camuflan los verdaderos problemas. Pese a los mensajes y noticias de que la crisis se ha superado (o de que estamos en proceso de hacerlo) lo cierto es que los problemas de exclusión social persisten . La recuperación económica no ha llegado a muchas familias ni a los más pobres.

La crisis económica ha sido un factor «catalizador» que ha empeorado los efectos de la pobreza sobre todo para aquellas personas que ya tenían problemas económicos. Los mayores, junto a las parejas con hijos, son los colectivos en los que más se ha acentuado la crisis, según indica Cruz Roja en su XI Boletín sobre la Vulnerabilidad Social.

La desigualdad social se manifiesta a través de aislamiento, marginación y discriminación. Está vinculada con la renta, el acceso a bienes y servicios o con la educación. La crisis ha llevado a muchas familias -que vivían con un nivel socioeconómico medio- a situaciones de gran vulnerabilidad. Actualmente, los salarios son tan ajustados que muchos hogares no llegan a final de mes pese a ingresarlos.

Tener un empleo no elimina el riesgo de la exclusión porque firmar un contrato ya no garantiza alcanzar el mínimo para sobrevivir. Cáritas lleva meses alertando de esta situación. Aproximadamente siete de cada diez familias acompañadas por la organización dispone de algún tipo de ingreso como salario, prestación por desempleo o pensión no contributiva, pero no alcanzan a cubrir las necesidades básicas.

Las familias que no alcanzan a pagar la hipoteca, liquidar los recibos esenciales (luz, agua), comer proteínas cada dos días y hacer frente a gastos necesarios pero imprevistos como acceder a servicios sanitarios. Cáritas apunta que se sufre pobreza severa con ingresos por persona inferiores a los 340 euros/mes si se vive solo y de los 710 euros si se trata de una pareja con dos hijos menores. La mayoría son españoles.

Los puntales

Además de la importante labor de las organizaciones sociales como Cruz Roja, Caballeros Hospitalarios, Banco de Alimentos o Cárita s , hay que destacar a la familia porque se ha convertido en uno de los soportes financieros de quienes peor lo pasan.

Los mayores -jubilados con el piso pagado y una pensión- cargan con el peso de sacar adelante y alimentar a varias generaciones. Ellos son el flotador de emergencia de muchos hijos que están ahogados y con las neveras vacías. Antes, los abuelos cuidaban a los nietos mientras los hijos trabajaban; ahora comparten sus pensiones, gastan sus ahorros y pagan las facturas.

La exclusión financiera es otro de los problemas que pone en el foco el estudio de Cruz Roja ya que el 19,6% de las personas la ha sufrido a través del embargo de cuentas, deudas con tarjetas, dificultades para poder abrir una cuenta bancaria. Las familias contraen más deudas de las que pueden devolver y este sobreendeudamiento es una dificultad añadida para que los hogares en situaciones vulnerables puedan sufragar sus gastos cotidianos y salir de la crisis.

La exclusión social también afecta a la educación. Un estudiante socieconómicamente desfavorecido tiene una probabilidad hasta tres veces mayor de tener un bajo rendimiento académico, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Los jóvenes que viven en núcleos familiares más desfavorecidos pierden clase con mayor frecuencia, dedican menor tiempo a los deberes y son menos perseverantes. Un bajo rendimiento en la escuela conlleva a un mayor riesgo de abandonar los estudios, de fracaso escolar, y por tanto más dificultad para conseguir un trabajo bien remunerado. Luchando por afrontar el presente, se olvida que la pobreza aumenta el riesgo de que un alumno saque peores notas. Una realidad que puede tener consecuencias graves para los estudiantes y para la sociedad en su conjunto porque se trata de una hipoteca para el futuro. Y, este lastre, terminará por pasar factura a toda una generación.

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