El sudafricano Pistorius rompe a llorar ante el fiscal. / Efe
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Carreras manchadas de sangre

Pistorius y OJ Simpson son los más mediáticos pero existen numerosos antecedentes de deportistas con crímenes atroces a sus espaldas

MADRID Actualizado: Guardar
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El caso de Oscar Pistorius (Sudáfrica, 1986) conmocionó al mundo en general, y al deporte en particular. La acusación como presunto autor del asesinato de su novia, la espectacular modelo Keeva Steenkamp, derrumbó uno de los grandes mitos del deporte contemporáneo, un ídolo en su país y un ejemplo de superación para cualquiera. El pasado 14 de febrero, día de los enamorados, todo se vino abajo y el 'ángel' cayó del Olimpo. La imagen de la opinión pública cambiará para siempre. Algo similar a lo que ocurrió años atrás con O.J. Simpson

Algo similar a lo que ocurrió hace años con O.J. Simpson, una extrella de fútbol americano que fue acusada en primera instancia, y absuelta después, del asesinato de su esposa y el amante de ésta. El juicio fue el de mayor repercusión mediática que se recuerda. El veredicto llegó a cifras insuperables, con más de la mitad de la sociedad estadounidense pendiente del televisor.

Al margen de estos, existen numerosos antecedentes de deportistas con crímenes atroces a sus espaldas. Jóvenes que lo tenían todo para ser adulados y triunfar en sus disciplinas pero que arruinaron sus carreras por mancharse las manos de sangre:

Andrew Hall jugaba en las categorías inferiores del Stoke City inglés y estaba a punto de firmar su primer contrato como profesional. El joven británico de 18 años admitió haber asesinado a Megan Leigh, su novia de 15, a la que asestó hasta 60 puñaladas entre el cuello, la espalda y la cabeza con dos cuchillos diferentes. Fue condenado a cadena perpetua.

Y el fútbol volvió a vestirse de negro con Bruno Fernandes, portero y capitán del Flamengo brasileño. Fue uno de los artífices del título del equipo en el Campeonato Brasileño en 2009. La fama y la fortuna le servían para llevar una vida dedicada por una parte al deporte, y por la otra al placer. Drogas, alcohol y mujeres. Todo lo tenía en el momento en que lo deseaba. El brasileño, criado en una favela, rodeado del crimen y la miseria fue encarcelado por la desaparición de su novia, la modelo Eliza Samudio. El testimonio de un amigo le incriminó directamente en el asesinato y ocultación de su cadaver. Pese a que el cuerpo de la chica nunca apareció, la policía dio por comprobada su muerte. Posteriormente se conoció que el guardameta descuartizó el cuerpo de su novia y lo dio a comer a varios perros para no dejar ni rastro.

Otro final triste fue el que ocurrió en el aparcamiento del Arrowhead Stadium de Kansas. Jovan Belcher jugador de los Kansas Chiefs de la NFL, no tenía una buena relación con su novia Kasandra Perkins. Tenían un hijo pequeño en común y habían discutido recientemente, según recogió el pasado mes de diciembre la televisión Fox News. Tras una noche en la que no salieron juntos y en la que volvieron a discutir, el joven de 25 años disparó hasta en nueve ocasiones a su novia (tenía heridas de bala en el cuello, pecho, abdomen, cadena, espalda, pierna y mano). Posteriormente se marchó hasta el estadio de su equipo para agradecer a sus entrenadores el trato que le habían dado desde que llegó. Tras confesarles el crimen, corrió hacia el césped y cuando se oían las sirenas de la policía, se arrodilló y se quitó la vida. Probablemente con la misma pistola con la que mató a Kasandra.

Otro protagonista de la crónica negra fue el doble campeón de lucha profesional estadounidense 'Wrestling' Chris Benoit. El 24 de junio de 2007 se le esperaba para la pelea por el extinto título de la ECW pero no llegó aduciendo problemas domésticos. Al día siguiente se conoció que el verdadero motivo por el que Benoit no había asistido era su propia muerte. Su cuerpo había sido encontrado junto con el de su esposa y su hijo de siete años. La investigación oficial concluyó que los había matado para luego suicidarse. Tras el atroz acto, colocó una Biblia junto a los cadáveres y se quedó dos días con ellos en su casa.