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relevo en el poder

Santos asume la Presidencia de Colombia con las relaciones con sus vecinos como gran reto

El desempleo, las conquistas sociales y la seguridad son los principales temas en la agenda presidencial

EUROPA PRESS
BOGOTÁActualizado:

Juan Manuel Santos ha sido investido hoy el presidente número 59 de Colombia, tras imponerle el presidente del Congreso, Armando Benedetti, la banda tricolor. "Juro ante Dios y prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las Leyes de Colombia", ha dicho Santos al ser investido jefe del Estado en la Plaza de Bolívar de Bogotá ante la presencia de unos 5.000 invitados.

Santos ha tomado después juramento a su vicepresidente, Angelino Garzón, quien también ha jurado "por Dios y por la patria de Colombia". A continuación, el presidente del Congreso colombiano ha procedido a ofrecer un discurso para después dar paso a las esperadas palabras de Santos, ya convertido en jefe del Estado.

En la investidura de Santos están presentes casi una veintena de altas personalidades entre jefes de Estado y Gobierno, vicepresidentes, y el Príncipe Felipe de Borbón, en representación de España. Todos ellos están ubicados en la misma Plaza de Bolívar, al aire libre, y después de que prácticamente durante toda la mañana estuviera lloviendo.

Tras alzarse con la victoria en la segunda vuelta de las elecciones del 20 de junio, el que fuera ministro de Defensa ha sido investido presidente en una ceremonia cuidadosamente preparada para evitar que las guerrillas o los grupos paramilitares puedan boicotearla, tal y como amenazaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Desde principios de esta semana la capital del país, Bogotá, ha sido objeto de un escrupuloso plan de seguridad en el que han trabajado de forma conjunta la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. En total 350.000 efectivos, apoyados por las escuelas de formación, permanecen en estado de acuartelamiento de primer grado, es decir, están en alerta máxima ante la posibilidad de un ataque terrorista.

Los retos de Santos

El economista, de 58 años de edad, tendrá que lidiar con los flecos que ha dejado sueltos su antecesor, tales como el alto nivel de desempleo, la conquista de mejoras sociales para la población como el acceso a la sanidad y a la educación y la firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y la Unión Europea. A su llegada a la Casa de Nariño, Santos deberá tomar las riendas de la situación económica del país que, a pesar de ser una de las menos afectadas en la región por la crisis global, adolece de una alta tasa de paro que en junio alcanzó el 12,8% y que es percibida por los ciudadanos como uno de los mayores problemas de la nación. Además, cumpliendo con sus promesas de campaña, el nuevo mandatario tendrá que ocuparse de las enormes diferencias sociales que existen en Colombia donde servicios básicos como la sanidad o la educación quedan a merced del poder adquisitivo de las familias, aumentando aún más la brecha social.

Pendiente queda también la aprobación de los TLC de Colombia con Estados Unidos y con la Unión Europea que a pesar de los esfuerzos de Uribe por cerrarlos antes de su salida de la Presidencia, todavía deben superar el análisis de las partes interesadas. Uno de los ejes principales del nuevo Gobierno será la conquista de la paz en un país asolado por más de medio siglo de conflicto interno con las guerrillas y los grupos paramilitares y por las fluctuantes relaciones diplomáticas con Ecuador y Venezuela, rotas tras los últimos acontecimientos. En el plano nacional, Santos continuará con la Política de Seguridad Democrática, impulsada por Uribe y dirigida por él mismo durante su etapa como titular de Defensa, que en los últimos ocho años ha conseguido diezmar a los grupos armados ilegales y desplazarlos hacia las zonas selváticas, alejándolos de las poblaciones.

Éxitos y fracasos como ministro

Durante sus años como ministro, el político cosechó numerosos éxitos, acabando con la primera línea de los capos del narcotráfico y asestando duros golpes a las FARC, como la llamada 'Operación Jaque' en la que consiguió la liberación de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y 11 efectivos de las Fuerzas Armadas que fueron secuestrados por la guerrilla. No obstante, de este periodo se han derivado también consecuencias negativas. Es el caso de la denominada 'Operación Fénix' desatada en marzo de 2008 con el bombardeo de un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano que acabó con la vida de 25 personas, entre ellas el ex 'número dos' de la guerrilla Raúl Reyes. Este acto provocó la ruptura de relaciones con Ecuador que consideró el ataque colombiano como una violación de la soberanía de su país. No obstante, Correa manifestó recientemente su voluntad de zanjar el problema y comenzar una mesa de diálogo con el objetivo de restablecer los vínculos bilaterales que, a estas alturas, ya han conseguido la restitución de los encargados de negocios.

En el otro lado de la frontera, Colombia mantiene un duro enfrentamiento diplomático con Venezuela que rompió relaciones el pasado 22 de julio después de que Bogotá le acusara ante la Organización de Estados Americanos (OEA) de acoger con complacencia en su territorio a guerrilleros del as FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Esta cuestión fue la última escalada de tensión entre ambas naciones cuyos presidentes ya habían protagonizado varias discusiones por el acuerdo militar suscrito entre Colombia y Estados Unidos que permite a este último desplegar a 800 efectivos y 600 contratistas civiles en ocho bases ubicadas en el país sudamericano. Dicho acuerdo fue interpretado por el mandatario venezolano, Hugo Chávez, como una amenaza para la paz y la estabilidad de la región al considerar que era la señal inequívoca de que Estados Unidos pretendía invadir el subcontinente utilizando a Colombia como plataforma.

A pesar de estas tiranteces, el ministro de Exteriores saliente, Jaime Bermúdez, descartó la posibilidad de que se desate un conflicto bélico con Venezuela, asegurando que "es impensable". Asimismo se mostró optimista y confió en que en los próximos meses se recupere la normalidad entre ambas naciones, algo que podría estar cerca después de que su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, anunciara que asistirá a la investidura de Santos.