La realizadora Helena Taberna (c) posa con los actores de 'La buena nueva', Unax Ugalde (d) y Bárbara Goenaga(i)./ Efe
seminci 2008

Unax Ugalde se mete en la piel de un joven cura de la Guerra Civil en la última película de Helena Taberna

Atom Egoyan y el danés Henrik Ruben Genz son los últimos directores que compiten en la 53 edición del festival vallisoletano

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La española Helena Taberna y Atom Egoyan, de origen armenio, han cerrado junto al danés Henrik Ruben Genz la última jornada competitiva de la 53 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que mañana fallará su palmarés con el brasileño Marcos Jorge (Estómago) como favorito.

Taberna ha elegido una historia ambientada en la Guerra Civil para su último trabajo, La buena nueva, con el que ha reavivado el debate sobre la participación de la Iglesia en uno de los bandos de la contienda, que se prolongó entre 1936 y 1939. La directora contrapone la pureza del evangelio (buena nueva en griego) frente a una Iglesia excesivamente jerarquizada, intimidatoria e inquisitorial, a través de una película acotada en un espacio concreto, un pueblo de Navarra, y un tiempo determinado, el sangriento trienio fratricida que asoló España.

Se sirve para narrar su historia, de un joven cura destinado a una aldea de Navarra en los días previos al 18 de julio de 1936, fecha del sublevamiento militar del general Francisco Franco contra el gobierno de la II República, donde en vano tratará de detener todos los desmanes de la guerra. Mientras el sacerdote, encarnado por Unax Ugalde, mira por todos sus feligreses al margen de su condición social o filiación política, la curia se alinea con el bando sublevado a pesar de los fusilamientos indiscriminados y la marginación de quien no comparte sus presupuestos. La tercera película de Helena Taberna, después de Yoyes (1999) y Extranjeras (2002), tiene su origen en una experiencia familiar y contiene a su juicio un "elemento supletorio de interés social y a la vez de reflexión para comprender la historia de nuestros pueblos".

Drama para el final

Uno de los directores más laureados de la Seminci, Atom Egoyan (Dos Espigas de oro y una de Plata), ha regresado a Valladolid con Adoration, una reflexión sobre la intolerancia religiosa, envuelta en un drama familiar acentuado por las divergencias del pensamiento y sus consecuencias. La cinta, una producción franco-canadiense, irrumpe en el espectador desde el principio con la intención de transmitir una estampa sobre el problema del terrorismo islamista y la ignorancia de la sociedad respecto a la religión musulmana y su vertiente extremista y radical.

A propuesta de Sabine (Arsiné Khanjian), su profesora de francés y arte dramático, el joven Simon (Devon Bostick) decide hacer pensar al resto de sus compañeros que su familia fue la protagonista de un suceso informativo que traducen en clase, en el que un terrorista pone una bomba en el equipaje de vuelo de su novia embarazada. Esta noticia, que produce un fuerte impacto en Simon, se vuelve paralela a la que sus padres vivieron en realidad, y de la que el protagonista desconoce gran parte de los detalles, ocultados por su su tío, marcado por su ideología y con quien vive desde entonces.

Ha cerrado la jornada y la competición la proyección del drama criminal Frygtelig Lykkelig (Terriblemente Feliz), donde el danés Henrik Ruben Genz acerca la atmósfera mágica y el paisaje inhóspito rodeado de una localidad al sur de la península de Jutlandia (Dinamarca). Basado en la novela del escritor Erlinga Jepsena, el filme relata la trágica vivencia de un policía de Copenhague, Robert, que para expiar una negligencia profesional es enviado a una remota localidad con un paisaje inhóspito y donde el joven agente choca con las costumbres locales. Bajo la fachada de una aparente tranquilidad, va descubriendo el misterio inquietante de sus habitantes, tejiendo un drama grotesco con elementos de género criminal, 'western' y de horror. La película, que obtuvo el Globo de Cristal a la mejor película en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary (República Checa), contiene una fuerte crítica a las costumbres locales de aquella región danesa.