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Blair, el mesías de la Tercera Vía
Siempre quedará su imagen perfilada y fuerte en Europa y su indiscutible influencia en la izquierda mundial
Actualizado: GuardarSu expresividad comparable a la de Bill Clinton y su firmeza propia de un conservador, han hecho del líder laborista Tony Blair, inquilino del 10 de Downing Street durante una década, la figura política más nítida del Reino Unido desde Margaret Thatcher.
El logro de la paz en Irlanda del Norte, donde el 8 de mayo se formó un Gobierno de coalición entre eternos enemigos -unionistas y Sinn Fein- fue el tanto que Blair esperaba marcar para comenzar a soltar las riendas del poder, que ha ejercido con luces y sombras durante diez años exactos.
Hijo de un profesor universitario de ideas conservadoras, Anthony Charles Lynton Blair vino al mundo 6 de mayo de 1953 en Edimburgo, pero se crió en Durham. Estudió Derecho en Oxford y se hizo abogado laboralista, profesión que le dio la oportunidad de conocer a su colega Cherie Booth, con la que se casó en 1980.
Su esposa le animó a meterse en la política activa dentro del Partido Laborista y fue elegido miembro del Parlamento por la circunscripción de Sedgefield en 1983. En pleno apogeo del conservadurismo tatcheriano, ya destacaba dentro del laborismo por sus ganas de renovación.
Repentino ascenso
Accedió al liderazgo de su partido en 1994 tras la repentina muerte de líder laborista, John Smith y ganó las elecciones por mayoría absoluta en 1997, rompiendo con 18 años de Gobiernos conservadores..
Blair calificaba su filosofía política como "democracia social moderna" y "Tercera Vía", y se rodeó de colaboradores que le ayudaron a desplazar hacia el centro las posiciones de la izquieda británica.
Hacia el exterior se propuso la cercanía con Europa y a Estados Unidos; en casa, la descentralización, el fin del conflicto en el Ulster y cambios en educación, sanidad y seguridad.
En las elecciones de 2001 renovó la mayoría absoluta. Los escándalos relacionados con la financiación salpicaron a su partido y Blair se tambalearía tras la oscura muerte de un experto en armas químicas que aseguró a la BBC que el primer ministro exageró las razones para ir a la guerra de Irak.
El legado de Blair
Volvió a ganar las elecciones de 2005, aunque con una mayoría absoluta muy ajustada. Desde entonces, esperaba un gol de consolación para anunciar su retirada. La paz en el Ulster ha sido su particular medalla de oro.
Siempre quedará su imagen perfilada en Europa y los anhelos de la izquierda continental por encontrar una figura nacional que se le aproxime. Pero a pesar de que la economía británica vive en la lozanía y de que el desempleo es casi residual, el gasto público en el Reino Unido se ha disparado y las reformas de la educación, sanidad y seguridad siguen en la carpeta de "asuntos pen dientes".
Y queda la guerra de Irak, cada vez más impopular entre entre los británicos y que, tras cuatro años de conflicto, se ha cobrado la vida de más de un centenar de soldados de Su Majestad. Pero Tony Blair no piensa pedir perdón.