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Rayos y centellas
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Rayos y centellas

Día 26/09/2015 - 10.14h

En aquel tiempo de sueños, aventuras y descubrimientos, con Pablo Juliá el más leal de mis cómplices conocimos a Tintín. Llegó en la revista juvenil 'Tres Amigos' (Madrid, 1956-1962). Entre consignas de una moral cristiana que profesábamos de manera peculiar y relativamente avanzada para la época, aparecían unas coloridas páginas de la aventura del Unicornio, mediante elegante gráfica muy descriptiva. Naturalmente Pablo y yo decidimos ser reporteros como nuestro héroe de papel. Él lo consiguió y desde hace tiempo figura entre los grandes del periodismo gráfico. Yo desvié mi vocación cuando Pablo se marchó a Málaga y ya seducido por las 'Hazañas Bélicas' de Boixcar decidí emprender la carrera militar, que mi padre vetó no por razones ideológicas sino puramente económicas, era ingeniero y pensaba que ésa resultaba una forma más conveniente para hacer fortuna, descartada la piratería que fue realmente la primera vocación no confesada, tanto de Pablo como mía. Finalmente yo me quedé en alférez de zapadores ferroviarios mientras que Pablo triunfaba con su exquisita sensibilidad para mirar como nadie a través de cualquier cámara. Cuando nos reencontramos algún tiempo después en Cádiz tentados anduvimos de fletar otra vez el Sirius para alcanzar de nuevo la Isla del Tesoro.

Realmente llegamos a sentirnos parte de la extensa familia Tintín, desde el excéntrico Tornasol y los policías Dupont y Dupond (en castellano, Hernández y Fernández) hasta el Capitán Haddock, uno de los personajes más populares del universo Hergé. Con una evolución inversa a la de su creador, pues aparece en 1940 en 'El Cangrejo de la Pinzas de Oro' como un tosco marinero alcohólico y maleducado, impropio de un Hergé aún católico y conservador. Acaba como rico propietario acomodado en el lujoso Castillo de Moulinssart, sin renunciar a sus toscos exabruptos contenidos en bocadillos (fuemetti dicen los italianos) en cuyo interior, junto a la invocación a rayos, centellas y tifones, se incluyen variados signos, muestras de su griterío.

George Prosper Remi (HERGÉ, 1907-1983) nació en el pueblecito belga Etterbeek, en el seno de una humilde familia francófona y católica. Trabaja desde muy joven en el periódico confesional católico y conservador 'XXéme Siècle'. Sus habilidades creativas le permiten ejercer como fotógrafo y dibujante, luego se ocupa del suplemento infantil, para el cual crea varios personajes, entre ellos Tintín que aparece en 1929 como un joven periodista que visita la Unión Soviética. A través de unos dibujos ingenuos pero de gran calidad presenta una sátira anti comunista que obtuvo notable éxito. En 1930 idea y dibuja una nueva aventura ('Tintín en el Congo') que supone un elogio al colonialismo y una burla de las culturas africanas. Esos comienzos y su trabajo durante la ocupación nazi en la prensa conservadora y partidaria del régimen colaboracionista de Leon Degrelle le granjearon fama de persona derechista que su trayectoria posterior parece desmentir. Durante los años cincuenta atraviesa una gran crisis que le aproxima a las culturas y religiones orientales y se aleja de su formación católica. En 1958 publica 'Tintín en el Tíbet', una obra que según sus estudiosos demuestra un profundo cambio ideológico. En la última aventura de sus personajes más célebres, 'Tintín y los Pícaros' (1975), se posiciona a favor de la guerrilla latinoamericana. Al margen de esta evolución de pensamiento muy del siglo XX que le tocó vivir, su estilo de refinada precisión y delectación en los detalles, conocido como Línea Clara, representa una aportación de enorme relevancia no sólo en el mundo del cómic.

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