Guerras políticas al margen, lo cierto y verdad es que nos encontramos a escasas 48 horas de que la Bahía de Cádiz viva un hito histórico. La inauguración del Puente de la Constitución de 1812 es un anhelo de la mayor parte de la población desde hace décadas. Al fin se ha convertido en realidad y seguro que influirá de forma directa en la forma de desplazarse de miles de personas.
Esas miles de personas son las que se van a quedar sin poder disfrutar de semejante obra de ingeniería recorriéndola a pie. En principio fue una propuesta de la entonces alcaldesa, Teófila Martínez, que contó con el beneplácito de la ministra de Fomento, Ana Pastor. Más tarde recogió el guante el actual alcalde de Cádiz José María González -probablemente en lo único en lo que ambos se han puesto de acuerdo - quien también pidió formalmente que durante los tres días previos a su inauguración los gaditanos pudieran disfrutar de dicho paseo, en lo que sin duda hubiesen sido unas jornadas históricas como ya fue en su día la apertura del puente Carranza.
Sin embargo, desde el Ministerio de Fomento se ha negado esa posibilidad a los gaditanos, lo que sin duda es un grave error por parte del responsable de tal decisión. Y una injusticia. La razón que se alega desde el ministerio es la seguridad. Si así fuera, ha habido tiempo de sobra para acondicionar la infraestructura para solventar los problemas que pudieran existir. Y si eran insalvables, se debería haber anunciado con mucha mayor antelación, cortando de raíz una expectativa de la que la propia exalcaldesa afirma sentirse responsable. Y efectivamente lo es. Aún se está a tiempo de rectificar y conceder esa 'licencia' a los gaditanos. Que además redundaría en beneficio de la propia ciudad, ya que atraería a numerosas personas de todos los municipios. El PP tiene la pelota en su tejado. O en su tablero.
