A la buena gente se la conoce en que resulta mejor cuanto más se la conoce». El pasado sábado día 31 de agosto murió en Berlín a la edad de 84 años Bárbara Brecht-Schall, hija del dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht (1898-1956) que escribió estos versos precisamente en el año 1947 cuando abandona los Estados Unidos perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas que presidió el senador McCarthy en pleno fervor de radicalismo yanqui al principio de la guerra fría. Brecht fue médico militar durante la Gran Guerra, luego autor y director teatral de éxito, condenado por los nazis que queman sus libros y le arrojan al exilio. Desde 1941, trabaja para la industria cinematográfica de Hollywood y en 1949 se instala en un reconstruido Berlín, capital de la recién creada República Democrática Alemana donde funda el prestigioso teatro Berliner Ensemble que dirige de forma comprometida. Antes de regresar había escrito en su Canción Alemana (1938): «Ya desfila el ejército que ha de partir. Ana no llores. Cuando vuelva volveré bajo otras banderas». Bárbara Brecht pertenecía al grupo de intelectuales que hoy aún deplora el desmantelamiento del sistema social y del tejido industrial de la RDA, patria adoptiva de la hija predilecta del dramaturgo, la cual nunca ocultó pertenecer a esa élite llamada 'burguesía roja' a pesar de frecuentar el mundo cultural de la Europa Occidental.
Fascinante siempre Berlín, junto a París y Londres, una de las grandes capitales de la cultura europea durante los siglos XIX y XX. Ocupado en 1945 por el Ejército Rojo que detiene su arrollador avance mas allá, en el río Elba, por los compromisos soviéticos con sus aliados, acuerdos que a su vez dividen la ciudad hasta la desaparición de la RDA en 1989. Para entender la historia reciente de la capital resultan imprescindibles tres películas. En 1948, Billy Wilder rueda con Marlene Dietrich 'Berlín Occidente', comedia que nos muestra el Berlín destruido de posguerra en medio de una historia de amor y nazis agazapados. Ya en un divertido tono anticomunista, Wilder realiza una de sus mejores obras: 'Uno, Dos Tres' (1961) con James Cagney en el papel de jefe de ventas de la Coca-Cola empeñado en extender la venta de su brebaje al mundo socialista en plena guerra fría pero antes de la construcción del muro que segrega la ciudad. Finalmente la entrañable 'Good Bye Lenin' (2003) de Wolfgang Becker que describe la recomposición de la misma a través de la historia de una mujer próxima a Bárbara Brecht y orgullosa de su entrega al Partido Socialista Unificado de Alemania, cuyas escenas fueron tomadas en la Karl Marx Allee, eje emblemático del Berlín Oriental.
Esta gran avenida de 90 metros de ancho y 2,3 kilómetros de longitud se construye entre 1952 y 1960 sobre la devastación bélica, mediante soberbios edificios que pudieran asociarse al 'monumentalismo social' impuesto en el mundo de influencia rusa desde que Stalin condena el Constructivismo. Sin embargo, en la Karl Marx Allee intervienen arquitectos formados en la Bauhaus y otras escuelas vinculadas a la modernidad, de manera que sus edificios se corresponden básicamente con las tipologías y los estilemas del Movimiento Moderno aunque se añadan de manera forzada elementos del clasicismo ecléctico auspiciado por la nomenclatura soviética. El siglo XX está recorrido por la obsesión de la modernidad hasta llegar a convertirse en un dogma aunque los sistemas totalitarios vuelvan a formas historicistas. La KMA de Berlín ofrece un singular atractivo sincrético.