Con el cumplir años me he interesado en la política cada vez más (como todos ustedes, no lo nieguen). Hace una década la noche del sábado era de fútbol, Obregón y varietés, mientras que ahora un ramillete de tertulias nos muestra la faz verdadera del sofismo hispano con sus Indas, sus Marhuendas, sus Carmonas y sus Benis. Por cierto que eso -ellos- no me interesa; son la suma del acto de confrontación verbal, la invectiva, la táctica y la oratoria, pero no resultan política. Política es humildad y servicio, política es negociación y escucha, política es caridad y trabajo. Ya, tienen razón: política es corrupción, hoy día. Pero la aparición de la 'tercera vía' fue algo que vi con buenos ojos; nuevas fuerzas y personas que alejaran el bipartidismo, que enriquecieran y oxigenaran los entumecidos músculos de una democracia achacosa. Aprovechando el impulso febril de esas tertulias del sábado noche surgieron de nuestras pantallas Tanias e Iglesias, Riveras y Arrimadas, prestos a quedarse.
Lejos de entender el hastío de la juventud hacia los partidos tradicionales, el único que ha sabido adaptarse -a tiempo- a los tiempos ha sido el PSOE, que presentó a Susana y a Pedro, y tendió puentes, ora a Podemos, ora a Ciudadanos, para continuar en la batalla de la Moncloa. La anquilosada estructura del PP -y el puñetazo derribador que le ha supuesto la Gürtel y Bárcenas- ha hecho que tardara más en reaccionar, dejando para un postrer final a Levy, Casado y Sémper. Nuevos marineros para el mismo barco de Chanquete, anclado y durmiente en la duna del conservadurismo.
En estos tiempos preelectorales en los que rompen y crujen los acuerdos, donde todo el mundo se coloca de perfil y sonríe a cámara, es cuando más importantes se hacen la buena voluntad y el convenio. Echo en falta una verdadera voluntad pacticia y servicial en nuestros representantes, normalmente encerrados en el «y tú más» y en el «nosotros y ellos». Es fundamental, de cara a los resultados esperados en diciembre, que caigan esos límites autoimpuestos, que los distintos colores del espectro puedan alcanzar pactos puntuales de gobierno. Desgraciadamente, algunos buscarán acuerdos solo por conseguir el coito, voluntario o forzoso, dogmático o contra natura.