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El final del verano
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El final del verano

Día 26/08/2015 - 12.14h

Errejón pedaleaba como alma que llevara el diablo. Al llegar a la puerta de la casa, revoleó la bicicleta y, con lagrimas en los ojos, gritó: «Pablo, Pablo, Tsipras ha. dimitido». A Pablo Iglesias se le bajó la tensión del núcleo irradiador al suelo. Corrió hacia la televisión, y puso La Sexta, la única que no le engañaba, y pudo contemplar horrorizado cómo un lacónico y tembloroso Tsipras comparecía ante los medios de comunicación para hacer pública su decisión de dimitir y convocar elecciones anticipadas para Grecia.

A Pablo le recorrió una lágrima por la mejilla, la misma que acabó en el suelo del Parlamento Europeo cuando el griego le hizo 'la cobra', al recordar todos esos momentos que había pasado con el dirigente heleno. Aquellos mítines juntos o esos gritos de «aguanta, Tsipras, aguanta» se repetían una y otra vez en su mente. Mientras tanto, Teresa Rodríguez, el Kichi y Echenique le cantaban a coro a través de la ventana: «El final del verano llegó, y tu partirás, pero sé que en mis brazos, yo te tuve ayer.»

Y es que, como todo el mundo sabe en Cádiz, una vez que se celebra el Trofeo Carranza se termina el verano, por más que algunos se empeñen en prolongar los sueños utópicos estivales. Ya que, como cantara Aute, los sueños, sueños son, y si son sueños de una noche de verano griego suelen terminar en decepciones cuando llega el duro invierno alemán.

El sueño de Tsipras ha llegado a su fin, como sucede con el verano, ya que, no solo ha sido incapaz de mantener las promesas que en su día hizo al pueblo heleno, sino que ha realizado todo lo contrario a lo que los griegos manifestaron en la consulta que él mismo se sacó de la manga. Ante la negativa de la mayoría griega en aceptar un tercer rescate, al final se vio obligado a tener que claudicar ante el resto de los países de la Unión Europea. Demostrando una vez más que no se puede jugar con fuego, porque al final sales chamuscado como poco, y en el caso del presidente griego, te ves forzado a convocar unas elecciones generales en las que se volverá a hacer patente la desilusión de los griegos ante el negro panorama que se les presenta.

Al final, no solo le temblaron las piernas, como manifestó la representante de Podemos, Teresa Rodríguez, sino que le tembló el pulso a la hora de hacer frente a la troika europea respaldado por la voluntad del pueblo griego.

Tsipras se dio de bruces con la realidad, «él que juraba comerse la vida, fue la vida y se lo merendó», que escribiera Sabina. Y esta realidad no es otra que el desvanecimiento del humo que desde su formación, y desde alguna otra española, se viene vendiendo a un electorado inocente, que cree posible el romper de un día para otro con el sistema establecido sin que eso tenga un alto coste en la economía del país. No se puede pretender romper con las reglas del juego preestablecido sin hacer frente al pago de las deudas contraídas y, encima, pretender salir airoso sin ninguna sanción.

Esperemos que esta serie griega no vea su versión en España con el remake de 'Verano Morado' a partir del mes de diciembre, ya que como se ha demostrado en Grecia, los experimentos en economía no traen más que nefastas consecuencias para los ciudadanos de a pie.

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