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Evidencia incontestable
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opinión

Evidencia incontestable

Día 24/08/2015 - 12.27h

Se me acababa el espacio para escribir la pasada semana y así lo hacía constar, advirtiendo que enunciaría la próxima otro cúmulo de evidencias, pero ahora actualizadas a día de hoy. Más sigue tocándonos todo aquello susceptible rodar, como bien pudieran ser un par de pelotas, por poner un ejemplo. Pero va más allá, insiste en darnos por la baticola sin ningún tipo de pudor y además de manera insistente. Pero, lo peor de todo ello es que piensa que el resto somos tontos de solemnidad. Pretende la independencia de una región española, o sea, partir España, como si eso no afectara al resto de españoles, incluidos los propios catalanes, sean o no secesionistas. Y advierte ante el previsible y desde luego esperado por mí debacle electoral, que la mera mayoría de escaños en las elecciones al parlamento de Cataluña, sean suficientes para declarar la independencia. De tal forma que 68 escaños permitirían adoptar la decisión. Con 69 no te cuento lo que es capaz de hacer. Si con 68 Más levitaría de manera mesiánica en su condición de Padre del pueblo catalán, con 69 la levitación devendría en orgía. Sí además este escaño es el atribuido a la madre Forcade, ni te cuento lo que pueden liar padre y madre, esta última hermana hasta hace poco. Debe ser que Dios le habló de la condición de pueblo elegido y ha decidido abandonar sus hábitos de benedictina, para empuñar la estelada. Pero esta mística-secesionista que oró en las montañas de Montserrat, la tomó contra lo que ella consideró crímenes y abusos cometidos por la industria farmacéutica y ahí comenzó su activismo populista. Debe considerar España como parte del entramado de laboratorios que actúan sin compasión contra el prójimo, éste convertido en pueblo catalán y ella protegiendo a los suyos de los opresores, sean laboratorios, sean españoles. Qué más da, ella decide quien oprime a quien. Además, es de izquierda extrema y lógicamente envuelta en el manto y halo de la superioridad moral, ratificada por su cercanía con Dios, al menos hasta la fecha.

Dediquémonos ahora a enumerar otra retahíla de evidencias que ponen en entredicho el mal llamado «proceso».

Las elecciones convocadas son para la elección al parlamento autonómico. El parlamento que salga elegido se insertaría en el proceso de creación del Estado catalán, que emitiría una declaración de independencia, iniciando un proceso constituyente que supondría apartarse de la legalidad española. Todo ello es una evidente ilegalidad, en cuanto a las formas y fondo.

El proceso de inmersión lingüista contraviene el artículo 3 de la Constitución, que dispone que el castellano es la lengua española oficial del Estado, que todos los españoles tiene el deber de conocer. Una evidencia más de que la permisividad del Estado con la cuestión, ha creado un monstruo que infringe la legalidad, sobre todo con el cumplimiento de las sentencias.

La libertad de empresa reconocida en el artículo 38 de la Constitución, no comprende inexplicablemente en Cataluña la libertad de comercio. Su normativa conculca las normas españolas y europeas en la materia. Otra evidencia de que allí la ley que se cumple, es la que a ellos les agrada y satisface.

El cumplimiento de la ley según apetencias del político de turno, cuya evidencia más elocuente se quiere materializar en el proceso secesionista contra la legalidad española, supone alterar la convivencia democrática y la vuelta al estado de naturaleza del hombre, como lo describiría primero Hobbes y luego Rousseau. Evidencia indubitada de la ilegalidad y de la vuelta a la condición primitiva de los hombres.

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