Don José María ha vuelto a enseñar la patita. El alcalde de Cádiz ha hecho esta semana una escapada a Segovia para participar en una conferencia organizada por la 'Universidad de Verano Anticapitalista', que sinceramente no sé muy bien en qué consiste. No tengo claro si la Universidad de Segovia está oficialmente declarada como anticapitalista, si sólo lo es en verano o si se trata de una serie de actividades paralelas organizadas por cuatro activistas llegados de toda España. Sea como fuere, e independientemente del marco en el que se expresara, el alcalde de Cádiz dejó un par de perlas sin desperdicio. Sin duda, la mejor -y la que le define a la perfección- fue que él ha llegado al Ayuntamiento de Cádiz para iniciar un proceso de «ruptura democrática». Se entiende que esa ruptura es con el actual sistema. El mismo que lleva 40 años rigiendo en España y que ha hecho posible la etapa de mayor prosperidad de nuestra vasta historia. Más allá de la torpeza de no querer analizar las cosas con un mínimo de perspectiva histórica y sí aprovecharse de la actual coyuntura para tratar de llevar a la práctica sus disparatadas teorías políticas, es evidente que Kichi se ha atrevido a expresar en voz alta en Segovia lo que no se atreve a decir aquí. Sus comparecencias en Cádiz versan siempre sobre lo mismo: el hambre de los niños, los desahucios, la miseria abrumadora que vive Cádiz, lo mal que le han dejado todo los anteriores gestores y lo bien que está la playa con las barbacoas. Esa imagen -el «alcalde guay» lo llama el PP- es bien distinta a la real, a la que sí se atreve a dar cuando se enfunda una camiseta morada y habla ante un público afín, no ante periodistas que no le ríen las gracias como en La Sexta. Esa es la verdadera cara del alcalde de Cádiz. Esas son sus verdaderas intenciones. Las cuales por cierto son muy legítimas en democracia. Cada cual es muy libre de defender lo que quiera. Aunque sin duda es tremendamente peligroso, porque como se ha demostrado en numerosos países, se trata de una política que solo conduce a la ruina. Al hambre. A la pobreza.
Sin embargo, el alcalde es, al menos, coherente. Tiene claro su objetivo y va a por él, aunque se estrelle. Lo malo es que para ello necesita colaboradores necesarios y ha tenido la suerte de encontrar al mejor posible, el Partido Socialista. Un PSOE que en Cádiz está absolutamente desorientado. Su líder, Fran González, se ha convertido en la mano ejecutora de las políticas de la izquierda anticapitalista gaditana. Públicamente critica lo que en los despachos y los plenos le otorga al alcalde en bandeja de plata. Hasta los suyos deben estar perdidos. Y Cádiz es la víctima de su doble moral o de su torpeza política. Pero víctima al fin y al cabo.
