Si ya pasó el fin de semana de nuestras famosas barbacoas, cierto es que el rescoldo de estas aun no se han apagado. Cuando se planteó la cuestión del dispositivo nuestro alcalde se inundó del espíritu de Georgie Dann, faltándole solo cantar por los pasillos de la Casa Consistorial el famoso estribillo de aquella canción que decía «Cómo me gusta la barbacoa, la barbacoa, la barbecu». No solo quería abrir todos los módulos de la playa de La Victoria, sino que dio carta blanca para que se hiciera en cualquiera de las playas de nuestra ciudad, no pasó mucho tiempo desde que rectificara permitiendo que solo se realizarán en los módulos en los que siempre se venían desarrollando con una mínima ampliación. Pero ahora, pasado el evento, sus concejales manifiestan públicamente que se debe de plantear la existencia de dichas barbacoas, llegando incluso a dejar en el aire la posibilidad de eliminarlas definitivamente para el año que viene.
Y es que lo que en su día fue un movimiento espontáneo, en la actualidad ha tenido un efecto llamada, haciendo que muchas personas de poblaciones cercanas aprovechen para hacer barbacoas, o más bien macrobotellones, en nuestras playas, las cuales se ven perjudicadas poniendo en peligro al medio ambiente, siendo este el elemento a proteger.
Es curioso que haya ciudadanos que digan que si las barbacoas se prohíben por dejar la playa hecha un autentico vertedero, recordemos que se han recogido en esta última ocasión veinte mil kilos de basura, que se prohíba también el carnaval o la Semana Santa. Lo que olvidan estas personas es que, siendo igual de reprochable la actitud de los incívicos que dejan sus basuras esparcidas por el suelo sin hacer uso de los elementos de recogida de desperdicios existentes en la ciudad, estas dos últimas fiestas se desarrollan en el casco urbano y no en el litoral de nuestra población. Este litoral debe ser protegido especialmente, ya que la acción incívica de estos usuarios no se repara con la simple limpieza del día siguiente. El daño que en esa noche se le hace al medio ambiente de nuestras playas perdura más allá de la recogida de la basura realizada por los equipos de limpieza y voluntarios establecidos por el Ayuntamiento, entre los que esta vez no estaba nuestro alcalde como en la limpieza de la Caleta. A todo ello se le suman factores como, según las cifras oficiales, los casos de diez menores de edad que tuvieron que ser atendidos por los sanitarios al sufrir intoxicación etílica. Todo esto nos hace ver que es una fiesta que lo que fomenta es únicamente el consumo de alcohol, y no el ambiente familiar como antaño creara esta tradición.
Pero volviendo a retomar el asunto político, todo este tema nos demuestra una vez más que en la actualidad lo que prima en nuestro Ayuntamiento es la política del aprendizaje por ensayo-error. Haciendo oídos sordos a las voces que pueden asesorar sobre el asunto, como pudieran ser las asociaciones de comerciantes o las de vecinos, o a la experiencia de años anteriores, se «tiran a la piscina» permitiendo la ampliación del espacio a ensuciar, dándose cuenta, una vez ocurrido el desastre, que dicha decisión es un error en todos los sentidos. Se han amparado una vez más en la voluntad de los ciudadanos, dejando caer la prohibición total para el año que viene y pasando de abrir la mano al extremo de eliminarlo del todo.