A la hora de sentarme para escribir este artículo pesa sobre mí una apuesta que se ha realizado en la que se pretende adivinar de qué ira esta columna semanal. Y la verdad que últimamente es fácil acertar el tema de los escritos cuando se habla de política local. Así, estos pueden versar desde el cambio de sitio de algún símbolo monárquico al izado de la bandera de algún colectivo social. Pasando por el cambio de nombre de algún recinto y las rectificaciones realizadas desde nuestro Ayuntamiento a medidas anunciadas a bombo y platillo en alguna rueda de prensa. Sin olvidarnos de presupuestos, desahucios y comedores sociales.
Pero la verdad, es que esta semana no era mi intención realizar una columna de política puramente hablando. Y es que me ha llamado la atención que, si la semana pasada hablaba del hecho del nombramiento del señor González como hermano nato de la Hermandad del Nazareno y la posible incoherencia entre su pensamiento y su acto, me ha resultado del todo paradójico que no hemos sido los cofrades los que hemos realizado las mayores críticas a dicho acto, sino que estas han venido de parte de la más rancia izquierda republicana.
Desde que nuestro alcalde anunciara el hecho de tomar la medalla de la Hermandad de Santa María se han venido publicando una serie de comentarios de personas afines a la idea de la República, como modelo de sistema político estatal, en la que, más o menos, se le venía a tildar de traidor al pensamiento laico de la república. Olvidándose desde dicho sector que en la actualidad, y aunque a más de uno le pese, el Reino de España según el artículo 16.3 de nuestra Carta Magna es un estado aconfesional y no laico. Es decir, a diferencia de este último, que no se adhiere públicamente a ninguna religión determinada ni las creencias religiosas influyen sobre la política nacional, un Estado aconfesional es aquel que tampoco se adhiere y no reconoce como oficial ninguna religión en concreto, aunque pueda tener acuerdos, de colaboración o de ayuda económica, con ciertas instituciones religiosas.
Desde esos sectores laicistas, tan respetables como los que profesamos alguna creencia religiosa, se olvidan que su alcalde, nuestro alcalde, el de todos los gaditanos, debe de representar al conjunto de los gaditanos, sean o no creyentes, sean o no republicanos.
En este tema de la religión me da la sensación que nuestro regidor sabe manejarse bien en la distancias cortas, como son la imposición de la medalla, el facilitar algún medio para la colocación de las colgaduras a la vuelta de la Patrona y similares.
Lo que no tengo muy claro es sí sabrá manejar a las voces discrepantes con la religión que en dicho sector político hay y que no entienden la necesidad del Ayuntamiento de colaborar con estas Instituciones existentes en nuestra ciudad. Las cuales, además de religiosas, son también entidades que ayudan a los más necesitados, y como muestra el trabajo que está realizando la Hermandad de la Palma, por poner un ejemplo, para facilitar que los menores más desfavorecidos de su barrio puedan acceder a un desayuno en estos meses estivales y tengan ocupadas sus mañanas con actividades lúdicas para que estos tengan cubiertas esas necesidades mínimas.
Por cierto, que espero no haber cubierto las expectativas de quien se apostó saber de qué iba a ir mi artículo de esta semana, y que le toque a él pagar la 'convidá'.