Ay mi amor, sin ti no entiendo el despertar-. Este el comienzo del estribillo de la canción de Serrat 'Romance de Curro el Palmo', un tema que me embargó desde que lo descubrí por primera vez. Un sencillo verso que encuadra con mucha fuerza casi todos los sentimientos que tengo hacia ella, hacia el amor de mi vida. Aquí y ahora es el momento de dejar claro de cómo son éstos, de cuanto la necesito, y sobre todo de cuanto la amo.
Mis buenos días son siempre para ella, mi Reina, tan preciosa y deslumbrante como ninguna la que consigue que la luna y el sol amanezcan juntos en el cielo en algunas mañanas de primavera, y con el único propósito de verla caminar. Es tan elegante que todos se vuelven para mirar su paso. Las estrellas, los luceros y los cometas se agolpan en su despertar para observar cómo abre sus ojos y se citan de nuevo cada noche, para ver su adormecer, no hay quien pueda apartarle su mirada, es tan bella. Sus besos son cada día diferentes, de pasión como el levante o tan suaves como el poniente. Sus caricias como el agua donde algunas veces rompen sobre el sur y otras tan sosiegas como una orilla. Por su sangre corren cada día ríos de ilusión y de trabajo donde mezclan risas y lágrimas, lágrimas saladas que bebo a sorbos sin rechistar. Su sonrisa ladeada es la obra más perfecta de Dios y es su luz la que pone velas alrededor de mi alma. -Sin ti no entiendo el despertar-, ni el atardecer, ni el anochecer. Es mi vida y mi pasión y la echo de menos en el mismo instante de alejarse de mi lado. Alejarme de su olor, de su roce, de su vera, me produce tal vértigo que solo pienso en el reencuentro y ni se imaginan el pánico que me produce si son muchos los días sin verla. En todos mis sueños y pensamientos está ella. Mi cabeza no para de pensar las mil maneras de besarla, algunos besos se los doy disfrazados de tangos y otros disfrazados de poemas. Nació con el cante y el baile en sus venas y sorprende a todos con tantos encantos y tanto arte juntos. Sus años la hacen más atractiva si cabe. Mi amor y mi música alivian sus penas y le hace olvidar por momentos la carga de sus hijos, es tan madre. Es guapa y graciosa porque lo lleva en sus genes, y de su árbol genealógico arrastra su bondad y su hospitalidad. A veces echo en falta más valentía en su historia presente y así se enfrente a esos nuevos Napoleones de su tránsito diario. Es mi vida y mi locura. Sin ella no puedo vivir y sin ella no merece la pena hacerlo. Hay muchos que al verla se enamoran y es normal, es tan preciosa. Su belleza por fuera no hay quien la iguale y por dentro no tiene precio. Lleva la alegría, la conciencia y la bandera de la solidaridad en su mano izquierda, justificando sus errores y los de los demás por el bien de sus hijos. Su madre es marinera y su padre es nazareno. Su sonrisa es un milagro. Ella es el amor de mi vida y estaré amándola por el resto de mis días, ni se imagina cuanto la amo.
Ella es Cádiz, mi ciudad y mi vida.
Felices vacaciones.