Arquitecto y profesor italiano (1931-1997) cuyas tesis tuvieron una notable influencia a partir de los años setenta y que muchos críticos y profesionales hoy descalifican por suponerlas origen de la llamada 'peste posmoderna' que diluye el rigor de la primera arquitectura auténtica desde el gótico, el llamado Movimiento Moderno que se produce como encuentro del funcionalismo humanista con las vanguardias de comienzos del siglo XX. Ahora se reivindica una lectura contemporánea de ese estilo frente a las obras espectaculares, mediáticas y poco sostenibles del pasado más reciente. Sin embargo los planteamientos de Aldo Rossi introdujeron un discurso acerca de la relación entre las tipologías de los edificios y la morfología urbana como fórmula para contextualizar la arquitectura moderna en el modelo de ciudad clásica que ha resultado muy útil para intervenir en tejidos históricos con mayor sensibilidad. Hoy me entrevisto con Victoriano Saínz, profesor que redacta una tesis sobre Rossi, y por eso pongo en orden mis conocimientos, pero más que esta complicada polémica sobre ideas científicas me interesa el personaje y los amigos que me acompañaron a conocerle y a escucharle.
Fue en esa edad dichosa e insolente, en el cambio de los años sesenta a los setenta, cuando aún soñábamos pertenecer al club de los proscritos de Guillermo Brown y ya leíamos a los filósofos de la Escuela de Fráncfort, escuchando con fervor a los Beatles y a los Rolling. Éramos esponjas en un mundo mucho más plural que éste y decidimos viajar a Milán para conocer a Aldo Rossi cuando aún no se había traducido al castellano su libro 'Arquitectura de la Ciudad' publicado en Italia en 1966. La relación directa con el maestro trasciende las palabras y por eso aún recordamos más que la conversación su aspecto ascético; enjuto y con su sencillo jersey negro de lana parecía un franciscano. Enseñaba la casa tradicional del Tesino, la llamada Suiza italiana, para demostrar la relación entre idioma y arquitectura, pues ésta también tiene que ver con la naturaleza e historia de cada pueblo. Más tarde en Galicia habla de la arquitectura de piedra como testimonio de los sufrimientos del pueblo gallego. Allá nos encontramos de nuevo, en el Seminario Internacional de Arquitectura en Santiago de Compostela, dirigido por Rossi y organizado gracias al tesón de César Portela, un excelente arquitecto que ha trabajado en Cádiz con acierto. Fue un encuentro de referencia, nosotros aún comenzábamos, allí conocimos a un joven Alvaro Siza y a maestros consagrados de la talla de Stirling, Ungers y Gandelsonas, entre otros.
Cuenta Alvaro Siza que cuando le preguntan por la ciudad más bella de Portugal responde que se trata de Santiago de Compostela. Sostiene Sánchez Dragó que a quien realmente se veneraba allí era Priscliano, obispo herético de Ávila que fue ajusticiado en Tréveris en el año 385, la ciudad donde siglos más tarde nacería Carlos Marx. Sus discípulos llevaron los cuerpos decapitados de él y de su mujer para ser enterrados en ese finisterre atlántico a donde durante siglos acudieron otros seguidores de las doctrinas prohibidas hasta que la Iglesia establece allí la tumba de un santo apóstol que nunca viajó hasta España. La historia fascinó a Aldo Rossi, quien hasta su prematura muerte volvió en repetidas ocasiones por España y participó en proyectos y eventos de todo tipo, hasta fue jurado del concurso del Colegio de Arquitectos en Sevilla, que generó una obra de los arquitectos Ruiz Cabrero y Perea tan genial como polémica.