El futuro de Navantia está en juego. Los astilleros españoles han perdido peso en construcción civil en favor de la industria militar, sin embargo, esta situación no garantiza la viabilidad de las factorías. La compañía abandonó en la década de los noventa la construcción de buques metaneros para centrar su actividad en el área de defensa.
No le ha ido mal hasta que la industria militar ha cerrado el grifo y ha reducido sus inversiones. Ahora se pagan las consecuencias. Navantia ha intentado subirse de nuevo al carro de la construcción civil, pero los astilleros asiáticos dominan el mercado de gaseros y petroleros con nuevas tecnologías y, sobre todo, con patentes propias que impiden a la empresa española competir tanto en desarrollo como en precio.
Navantia tiene ahora una oportunidad de oro para entrar de nuevo en este difícil mercado a través de la construcción de seis petroleros para el grupo vasco Ibaizábal y un gasero para el armador noruego Knutsen. Sin embargo, ambos contratos, vitales para la Bahía de Cádiz, están en el aire por cuestiones económicas.
El Colegio Oficial de Ingenieros Navales se ha pronunciado en relación a la polémica que existe con la firma definitiva de ambos acuerdos y aclara que España «no puede perder más capacidad industrial». Por ello, el colectivo profesional llama la atención del Gobierno para cambiar de estrategia y apostar por la construcción civil, ya que no habrá carga de trabajo de buques militares ni a corto ni a medio plazo.
Los ingenieros son muy claros en sus tesis y piden a los gestores de Navantia que sigan el ejemplo de Italia, Francia y Estados Unidos, que han combinado la construcción cilvil y la militar para poder sobrevivir. Estos países, según el colegio profesional, han definido su estrategia para competir con Japón, Corea, India y China y han dejando a un lado los criterios economicistas para salvaguardar su industria naval como sector estratégico de sus economías.
El próximo día 28 se sabrá, por fin, si Navantia se embarca o no en la construcción de los seis petroleros que demanda el grupo Ibaizábal para Repsol y Cepsa. Este contrato se ha visto truncado por problemas de financiación y costes. Navantia participa solo como mano de obra, ya que el astillero coreano de Daewoo es el socio estratégico del proyecto.
Aporta el diseño la tecnología y los bienes de equipo. La rentabilidad de este contrato para la empresa española es mínima y, por tanto, hay serias dudas por parte del Gobierno, en este caso del principal accionista de Navantia, la SEPI, de firmarlo. Igualmente, Navantia ha dejado en dique seco temporalmente el proyecto del quinto gasero, después de haber desarrollado una oferta técnica y económica. El Colegio Oficial de Ingenieros Navales insiste en que no se puede desaprovechar esta oportunidad.