En política, ya se sabe, es tradición dejar pasar cien días antes de hacer un primer balance del gobierno de turno. Habrá que esperar, pues, a finales de septiembre para constatar si la llegada de Podemos al Ayuntamiento va a sumirnos a todos los gaditanos en un estado de felicidad permanente, con un exquisito y equilibradísimo reparto de las riquezas -o de las miserias- que harán que todos seamos igual de ricos, de pobres o de mediopensionistas.
Sin embargo, el inicio de esta legislatura ya nos está dando pistas muy clarificadoras de lo que puede ser nuestro día a día de aquí a la primavera de 2019 si una moción de censura no se interpone antes en el camino del alcalde. Que se sepa, de momento lo más destacado de la labor municipal ha sido intentar parar un desahucio -a los 15 días de su nombramiento ya había dos concejales haciendo un paseíllo por los juzgados de San José, récord total- sin lograrlo. Dar de desayunar a niños a los que ya se les daba de desayunar sin tanto bombo. Animar al Cádiz. Y la guinda del pastel, una emocionante misiva del alcalde al presidente de Grecia, que como se sabe es asunto prioritario para el gaditano, como se demostró en la 'masiva' concentración de esta semana, a la que apenas asistieron unas decenas de personas.
El problema de todo esto no es la gestión en sí. Es obvio que Cádiz tiene muchos problemas a los que hacer frente y José María González ha empezado por los que consideraba más urgentes, aunque se trate de meros gestos de cara a la galería. No les quepa a ustedes la menor duda de que si el resultado electoral hubiese sido otro y PSOE o PP estuvieran en la alcaldía, ese desahucio se hubiese producido igual y a la familia se le hubiese buscado una alternativa habitacional, expresión en boga. Los padres que no pueden dar el el desayuno a sus hijos también habrían visto solucionado su problema. El Cádiz habría perdido igual de lastimosamente frente al Athletic B y el resultado del referendum griego de hoy no cambiaría lo más mínimo.
El problema es la imagen que estamos dando, porque al final la damos todos. De Cortadura hacia fuera nuestro representante es Kichi. No le cuente usted milongas a uno de Cuenca, de Ferrol, de Ávila o del mismo Atenas que sólo lo votaron 18.000 personas. Ni historias de pactos y leyes electorales. Insisto, queramos o no, a día de hoy Cádiz es Kichi para todos aquellos que no tienen tiempo ni necesidad de hacer análisis más profundos, del mismo modo que Obama es EEUU y Angela Merkel, Alemania.
Y todos esos 'observadores' externos, algunos de los cuales dirigen empresas de cruceros, o son touroperadores, o propietarios de compañías que buscan lugares donde instalarse, o de navieras que quieren construir barcos, alucinan con lo que está pasando aquí. Y no para bien, creanme. «Ellos sabrán. Que se autogestionen, como Grecia», pensarán.
