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Reactivar Puntales
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opinión

Reactivar Puntales

Día 2/07/2015 - 15.44h

Siete años antes de que nacieras, había ya en Cádiz un barrio dispuesto a afrontar sus problemas desde la organización y la lucha de sus vecinos. La asociación de Puntales se constituye en mayo de 1969. Al igual que otros barrios, como el Cerro del Moro o Lebón, Puntales era un lugar alejado y escondido al otro lado de las vías del tren. Excluido e ignorado allí donde el alcalde Carranza decidió mantenerles como barriada modesta y obrera. En su caso, fueron confinados tras las tapias y alambradas de las industrias que colocó a su alrededor el despiadado desarrollismo de los 60. Se habituaron a vivir entre la tizne de la Térmica y el gasoil de la Campsa. A desafiar, en los juegos de infancia, el peligro de los trenes en el Campillo y de la contaminación de la playa. Los primeros años de vida de la entidad, pionera en Andalucía y de las primeras del país, se invirtieron en la búsqueda de un espacio para el encuentro, promover la toma de conciencia comunitaria y reivindicar mejoras tan elementales como la limpieza e instalación de una red de saneamiento, además de la construcción de un parque y una guardería. El asfaltado de las calles y la urbanización de la plaza no llegarían hasta los años 80 . Tras una década de letargo, a comienzos de los 90, retoman la actividad de la asociación poniendo en marcha una dinámica de empoderamiento ciudadano que les permite el diagnóstico compartido de las carencias que afectaban al barrio y recoger las propuestas de solución aportadas por sus propios vecinos.

Presentaron las conclusiones al entonces alcalde de la ciudad y empezaron a trabajar en la limpieza de solares abandonados, de playas convertidas en vertederos y cloacas, en la eliminación de tapias, mejora en las líneas de autobuses y desmantelamiento de los depósitos de combustible. La implicación del vecindario fue clave. El cambio de gobierno municipal en 1995 les llevó a relacionarse con una nueva Corporación, ante la que continuaron reivindicando la ejecución de las mejoras contenidas en su proyecto. La caída de los muros de Campsa en 1998 les regaló el sueño de abrirse de nuevo al mar. En 2001,se desmantela la térmica y en 2007 logran que se abandone para siempre la idea de levantar otra nueva.

El proyecto defendido pretendía la superación del aislamiento y el desarrollo del barrio mediante su integración activa en la ciudad. Integración no solo urbanística, que también, sino vinculada a la capacidad de generar actividad económica en relación con potencialidades de la zona como su relevancia en la historia local, la tradición náutica, la hostelería y la restauración. Integración centrada además en las personas. En el rejuvenecimiento y diversificación económica de la población. En su formación, identificación con el territorio y educación en valores humanos y democráticos.

Nunca antes, señor alcalde, se dieron condiciones tan favorables para reactivar un proyecto malogrado por la descarada injerencia del anterior concejal del ramo, quién hábilmente consiguió sustituir la cooresponsabilidad y promoción de la ciudadanía por el pan y circo que es actual seña de identidad del colectivo. En el camino quedan actuaciones que hoy menos que nunca debieran ser relegadas al olvido. Albergue Juvenil, hotel, centro de interpretación, regeneración de la playa, urbanización de calles y recuperación de solares, aún sin uso; además del retranqueo de la tapia de la base naval de la Armada. Intervenciones todas con capacidad para generar el empleo al que, por encima de cualquier otra cosa, aspiramos gaditanas y gaditanos.

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