A todos los sábados, incluso al último, le sigue un domingo de reflexión y un lunes de regreso al trabajo. Los nuevos responsables del Ayuntamiento de Cádiz, encabezados por José María González, vivieron ayer por primera vez la sensación que ya no les abandonará durante los próximos meses: ha terminado el tiempo de las promesas y las palabras, ha llegado el de los hechos y la gestión, el de los números y la realidad.
Para poner en pie ese trabajo, Por Cádiz sí se puede carece de experiencia y de personal técnico cualificado. Ambas circunstancias las han admitido repetidamente en público, lo que quizás les honre.
Pero las excusas tienen una fecha de caducidad muy corta. Tienen unos días para formar esos equipos, para distribuir tareas y ponerse a trabajar. El primer paso es la formación de gobierno. Por Cádiz sí se puede quiere potenciar las concejalías de distrito, que cada edil se vuelque con una zona concreta. Quiere reducir el número de delegaciones pero incluso en ese supuesto, son muy pocas ocho personas para repartirse todas las áreas y, además, poner en pie plenillos de barrio, iniciar una gestión de cercanía por territorios. Tal y como sucediera en su listado de compromisos para los primeros cien días, José María González y los suyos parecen confundir deseo con realidad, utopía con práctica y abarcan más de lo que nadie, nunca, podría apretar. Más aún cuando se reconoce inexperto y escaso en número. De ahí que la entrada de Ganar Cádiz en Común sea una oportunidad de incrementar equipos con especialistas. Las heridas que la soberbia de Podemos ha causado desde su resultado del 24 de mayo o los intereses políticos de todos antes de las elecciones municipales nunca deben ser un obstáculo. La gestión de los intereses de los gaditanos debe ser una absoluta prioridad, inaplazable y inexcusable, que no debe quedar oculta tras las justificaciones.