Aunque no se recoja en ningún diccionario, aunque no se pueda encontrar en los diferentes tipos de definición que existen, aunque no haya referencia alguna en los estudios que se han realizado, lo cierto es que socialmente la palabra superdotado es sinónimo de triunfo, de tener fortuna en la vida, de ser una especie de privilegiado al que, porque los dioses les dio por ahí, tocaron con una varita para que no tuviera problema ninguno, o mejor dicho para resolver de manera brillante e irrefutable los problemas que acarrea el despertarse cada día.
Este concepto está tan arraigado en el imaginario colectivo, con tanta fuerza, que con tan solo escuchar la palabra superdotado ya produce en el receptor una sensación de envidia, provocada por un sentimiento de inferioridad y lamento de que el destino haya querido que otra persona tenga este calificativo.
Es la realidad con la que se encontraron unos padres que hace 20 años decidieron unirse para atender las necesidades de unos hijos que por ser superdotados pareciera no tenerlas. Y la realidad era tan tozuda que cuando fueron a un inspector de Educación para exponerle su intención de formar una entidad para dar apoyo a estas personas y sus familias, para cubrir las carencias que se encontraban, la respuesta fue: «parece que ustedes no saben la suerte que tienen por unos hijos tan listos».
Hay una parte de la sociedad que piensa así y tras 20 años lo siguen pensando, es más muchos no entenderán las líneas anteriores y seguirán creyendo que la Asociación de Superdotados de Cádiz (ASUC), esa que cumple 20 años, es una especie de organización de elite que prepara las 'mentes maravillosas' del futuro.
Pero no es eso. «Este colectivo es tan importante para las personas porque encuentran en él una red de apoyo que cierto sentido cubre las carencias del sistema. No se imparten conocimiento, bueno hay talleres y cursos de verano, pero todo está más bien orientado al encuentro entre iguales, que es algo fundamental», expresa Lola Sánchez, actual colaboradora de la asociación.
Y es que una vez que se le pone la etiqueta de superdotado, ya deja de ser uno más en la sociedad, pasa a ser diferente o más bien comienza a verse con otros ojos. Es el motivo por el que hay padres que cuando se les propone las pruebas para comprobar la capacidad intelectual de su hijo, lo rechazan.
«Aunque lo cierto es que son diferentes, porque son capaces de aprender más rápido y tienen muchos puntos de interés, lo que en ocasiones desborda hasta al profesorado. Es más existe un alto índice de fracaso escolar y es que pueden tener una serie de dificultades que provienen precisamente de su alta capacidad.
Por ello es importante esta asociación porque las familias no se sienten solas y les permite ver el camino para lograr la felicidad a través del máximo desarrollo de las capacidades de sus hijos. Aunque la sociedad también parece más receptiva a esta realidad aunque aún queda mucho por hacer».
Reconocimiento
Por eso en su 20 aniversario la asociación ha querido retomar el lema de los socios fundadores: «si no llegamos a tiempo para nuestros hijos, quizás sí para los que vendrán». De esta manera reconocieron su labor en la celebración de esta efemérides, que se desarrolló en la Facultad de Ciencias de la Educación.
Fernando Sainz, Aurora García, María Jesús Garrido, Pedro Domínguez, Charo Mora y Jesús María Ramos, fueron los que abrieron el camino, la preocupación y la investigación sobre la alta capacidad intelectual y por ello se les nombraron socios de honor .
Tras 20 años de abrir esta lucha, ahora la entidad cuenta con unas 90 familias de la Bahía asociadas y es María del Carmen Martín la que está al frente con una nueva batalla, conseguir que el sistema educativo sea capaz de integrar a las personas con alta capacidad en vez de segregarlas.
Precisamente otro de los reconocidos en el acto por su labor en este campo y colaboración, el profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Cádiz, Pedro Ramiro, habló de la necesidad de abrir el campo de la investigación a la hora de abordar la alta capacidad pero también de que la educación y el desarrollo de las personas se afronten como un reto «porque es la necesidad la que lleva a la capacidad».