Si los días de verano ya parecen lejanos, si se hacen de rogar, cuando se esperan las vacaciones, el próximo 13 de junio parece una frontera inalcanzable. Sólo habrán pasado tres semanas desde las elecciones municipales pero amenazan con hacerse pasar por tres años, bisiestos. El cambalache de los rumores y las negociaciones alcanza un ritmo frenético. Las declaraciones cambian en cuestión de horas y los escenarios parecen radicalmente distintos a lo que eran 48 horas antes.
Para colmo, por los resultados que se han dado, la ciudad de Cádiz se ha convertido en objeto de atención regional y nacional. Es la única capital andaluza en la que Podemos (o una de sus variantes) puede hacerse con la Alcaldía. Además, para dar relevo a una alcaldesa popular con 20 años de mayorías absolutas en el cargo. Todo muy literario, ilustrativo y llamativo. En todo ese revoltijo de previsiones, insinuaciones, amagos, advertencias y rectificaciones, ha cobrado fuerza en las últimas jornadas una teoría que afecta precisamente a Teófila Martínez. Según esta previsión, el PSOE se abstendría en el Pleno del Ayuntamiento de Cádiz para que el PP siguiera ocupando la Alcaldía de Cádiz otros cuatro años. A cambio, los socialistas podrían ver a Susana Díaz investida como presidenta de la Junta con la abstención de los populares. Este intercambio tendría un añadido. Teófila Martínez renunciaría y otro compañero de su partido cogería el bastón de mando. De esta forma, el PSOE siempre podría decir que puso fin a una época y salvar la cara. Todo perfecto, salvo que Teófila Martínez dijo ayer que ella liderará el grupo popular en el gobierno o en la oposición, que «a nadie le quepa duda». Y dos décadas de mayorías le dan una autoridad, unos derechos, que nadie en su partido será capaz de negar ni discutir.