Este fin de semana hemos asistido a una de las votaciones más esperadas. En este evento, los elegidos por sus iguales para llevar la voz cantante compiten por ser el más votado y, por ende, el ganador.
Pues bien, durante las semanas previas a este enfrentamiento, nuestra rubia candidata siempre estuvo entre las favoritas. Aun cuando se sabía que lo tendría muy difícil para alzarse con la corona que la declarara como la más querida por los votantes, siempre pensamos que se podría dar el que se la escogiera como la ganadora de la pugna por la mayoría de aquellos que ejercitaran la opción al voto que se nos ofrecía. Por esos mismos que vibramos cada vez que la vemos encima de un escenario dándolo todo, a los que se nos pone la piel de gallina cada vez que escuchamos su voz y la vemos dar el 'do de pecho' por su tierra.
Durante esta última semana nuestra candidata atendió a todos los medios, mostrando el lado amable que, desde que se diera a conocer públicamente, le ha canjeado la simpatía de muchos españoles. No ha habido red social que se resistiera a sus vídeos y a sus fotos, en los que siempre nos animaba a acompañarla el gran día de la cita. Se echó sobre su espalda la responsabilidad de abanderar el proyecto ganador que presentaba, manteniendo al margen al resto de su equipo y siendo la cara visible de la candidatura.
Al final de tantas jornadas de campaña llegó el día esperado. Ese día en el que se enfrentaría a sus rivales más directos. Pero para nuestra desolación, comprobamos una vez más, como el resultado de estos enfrentamientos no es más que una cuestión política y de afinidades, y no de lo que de verdad debería de ser, que no es otra cosa que valorar lo que los candidatos nos ponen sobre la mesa y ver que es lo mejor que se nos ofrece. De sopesar lo que efectivamente nos traen y darle nuestro voto o no. Pudimos comprobar como en muchas ocasiones el voto del de enfrente se movía más por unos posibles intereses futuros. Muchos votaron pensando en lo que el ganador y sus seguidores les podían dar a ellos o a su representante, más que en la calidad de lo que presentaban los otros candidatos.
Los que seguíamos atentos el recuento de votos vimos como los que se le adjudicaban a nuestra favorita no conseguían correr tan rápido como deseábamos, quedándose al final estancados en una puntuación muy escasa para la que le vaticinábamos.
Al final no pudo ser, y nuestro gozo cayó al pozo. No se valoró por los votantes todo el esfuerzo que nuestra candidata y su equipo habían realizado. Por desgracia, la rubia no ganó y fue el otro contrincante, el que venía de un país del norte, de esas tierras del frío, el que se alzó con la tan deseada victoria. Y es que el chico joven, que cantaba según las jovencitas y las no tan jóvenes como los ángeles, fue el que se hizo con el cetro tan deseado y que lo nombra como campeón entre todos los que allí se presentaban.
Todo se quedó en un sueño, y Edurne no pudo ganar Eurovisión. Sí, sí, me estoy refiriendo a la rubia y guapa cantante madrileña y a las votaciones en el concurso de canciones de Eurovisión. De qué si no pensaban que estaba hablando.