¿Cuál es la mejor manera de afrontar una derrota? Es una pregunta que en estos días surge antes los análisis de los resultados de las elecciones en los que curiosamente nadie pierde de puertas para fuera de los partidos políticos, pero de puertas para dentro es otra historia. Jesús Quintero es coach personal y de equipos, una especie de herramienta que ayuda a centrar las estrategias para conseguir los objetivos y sobre todo para afrontar los cambios. En la provincia sigue sin despegar, pero en el resto de España es una figura cada vez más utilizada sobre todo cuando se acomete un gran cambio profesional o personal motivado por lo que se entiende un fracaso o desmotivación.
-¿Qué le diría a un político que ha tenido una sangría de votos?
-Nosotros no damos recetas milagrosas. Lo primero que tiene que hacer es aceptar la realidad. Ser consciente de la situación en la que se encuentra y ser crítico, analizar por qué está ahí. Pero nuestra intención no es enfocar el pasado sino mirar hacia el futuro. Qué se ha aprendido de lo que se ha hecho, cómo lo debería hacer ahora. Trataría de hacer algunas preguntas poderosas que hagan reflexionar. Evitar lo que es la queja y el victimismo en el que se suele caer echando la culpa de lo que nos ocurre por lo que está fuera, por lo que hay alrededor. Hay que marcar unos objetivos y a partir de ahí trabajar.
-Pero no es lo habitual en un político que niega precisamente la realidad para disfrazar los datos.
-Hombre ellos juegan con el marketing del partido porque nadie quiere vincularse a la derrota o el fracaso. Pero es mejor ser sincero y reflexionar sobre su situación. Sobre todo adaptarse e intentar ver siempre lo que te ha acontecido como un aprendizaje.
-Pero, ¿cómo se gestiona un fracaso?
-Lo primero que se debe trabajar es un cambio de creencia y con el coaching se utiliza mucho. Una vez asumirlo comenzar a ver las cosas desde otro punto de vista. El riesgo al que se enfrenta una persona que fracasa es caer en la culpabilidad. No he sido capaz, no soy apto para realizar esto. Fallar el autoestima. En este caso el coaching es una toma de conciencia para sacar recursos ante el fracaso.
-Es fácil decirlo, pero hacerlo es ya más complicado.
-Aquí hay un problema social. Al que no cumple los objetivos, ya sea en política o en el mundo empresarial, se le estigmatiza y se le señala. En EE UU es totalmente diferente, el fracaso se ve como base de la experiencia. Incluso para financiar proyectos. Ahora que se habla de emprender por todos lados, resulta que allí es más fácil que apuesten por tu idea cuando han comprobado que has intentado sacar diferentes proyectos de distintas formas sin conseguirlo, pero que a pesar de todo ello ha sido capaz de levantarse y es más, de reinventarse para intentarlo de nuevo, que quizás es lo más importante.
-¿Es un problema de la percepción de la sociedad?
-Hay que tener cuidado con ciertos temas y en ese sentido el coach remueve las percepciones de la persona. No hay que identificar el éxito con la fama o una alta posición. Hay ejecutivos que tienen una fortuna, pero no son felices. Y no es la primera vez que se dan cuenta de que no son felices con su estilo de vida y deciden reorientarse hacia lo que les apasiona, aunque pierdan dinero. También quiero dejar claro que el coaching no se trata de filosofear, sino de localizar lo que una persona realmente quiere conseguir, marcar unos objetivos y tras cada sesión llevarse una hoja de acción para llegar a alcanzarlo.
-Entonces es no tener miedo al cambio, a hacer cosas...
-El que llega a un coach es porque realmente afronta una situación que el supera, que puede con él y quiere salir de eso. El que está en una zona de tranquilidad, de confort no suele salir, de ella, de modo que tampoco es consciente de su potencial. Lo bueno de un reto es que te hace consciente de tus capacidades. De ahí surgen frases como que una crisis es una oportunidad, porque te saca de tu zona de comodidad y te exige aprender y reconstruirte.