Las elecciones que se vivirán mañana distan mucho de ser una convocatoria común, de esas que se dan cada tres o cuatro años según el calendario que nos hemos dado en la democracia. Esta vez, los gaditanos, como el resto de los españoles, se juegan el equipo. Deben decidir qué personas, qué ideas, qué grupos liderarán la recuperación económica, financiera y laboral que ha arrancado con fuerza. Después de vivir los diez peores años de la economía colectiva desde la Transición, toca decidir en qué vecinos confiamos para que formen parte de la primera línea de la administración, de la vanguardia de las instituciones. Los ayuntamientos forman el escalón fundamental, el básico, al que todos los ciudadanos recurren cada vez que tienen el menor problema. Aunque están maltratados, históricamente, en cuanto a financiación y recursos económicos, se les pide que atiendan todas las emergencias. De hecho, tratan de hacerlo hasta el extremo de la bancarrota en la que se encuentran muchos (en la provincia de Cádiz sin ir más lejos). Ahora, llegan unos años de creación de empleo, de incremento de la riqueza que pueda situar los niveles de renta en proporciones similares a los que existían hasta 2007. Es importante que decidamos con libertad, sin temores ni prejuicios, sin clichés ni etiquetas, quienes son los encargados de liderar ese avance fundamental. Los partidos de izquierdas, disgregados e indignados, reclaman una recuperación de derechos y un reparto de la riqueza. En ambos casos, perdidos por una decadencia económica que ni supieron intiuir ni, mucho menos, atajar. Los partidos más centristas y conservadores se presentan como los autores de la recuperación que aún está en ciernes.
Son los ciudadanos los que tienen la opción de elegir de forma libre y serena, con respeto y responsabilidad, las ideas que van a dirigir sus gobiernos más próximos, los municipales, en los cuatro años venideros.