La Corporación Municipal celebra, hoy a las 21 horas en el Teatro Pedro Muñoz Seca y en sesión extraordinaria, un Pleno Solemne para hacer entrega de las distinciones de título de hijo adoptivo al padre Ángel Angulo y la Medalla de Oro de la ciudad a la Compañía de Jesús y al colegio de las Hermanas Carmelitas.
En el acto, además de todos los concejales, estarán el padre Luis Aparicio Covaleda, en representación de la Compañía de Jesús; la Hermana Emilia Puyana Pérez, perteneciente al colegio de las Hermanas Carmelitas y el padre Ángel Angulo Fernández.
El alcalde, Alfonso Candón, explicó los motivos por los que se hacen entrega de los galardones, «vistas las solicitudes que se han enviado a la Alcaldía, se ha valorado la concesión de estos tres nombramientos, entendiendo que se refieren a figuras o entidades con suficiente peso y aval en nuestra ciudad como para que cuenten con el apoyo de todos los miembros de la Corporación Municipal».
En relación al título de Hijo Adoptivo para el padre Angulo se afirma que se ha tenido en cuenta, «su compromiso solidario con los más desfavorecidos desde su llegada a El Puerto en los años 70», apuntó el regidor.
Con respecto a la concesión de las dos Medallas de Oro de la ciudad se aclaró que se reconoce la importante labor que realizan las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna, desde que la congregación se asentara en El Puerto allá por 1889, siguiendo las directrices marcadas por Joaquina de Vedruna. Asimismo, este evento coincide con sus 125 aniversario, «merecen que se dé a conocer y reconozca la trayectoria del centro y la congregación religiosa a lo largo de todos los años de actividad en la ciudad», puntualiza Candón. Por último, con respecto a la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad a la Compañía de Jesús se le agradece los valores transmitidos a lo largo de estos cuatro siglos, «la impecable formación impartida y la pervivencia de su testimonio a través de los miles de alumnos que en todos los niveles y en todos los sectores de la sociedad dejan patente en su quehacer cotidiano», concluyó Candón.
