La fluida vía comercial que España abriera hace décadas con Venezuela parece totalmente agotada. Aquel desembarco masivo de grandes empresas estableció una importante relación con el país bolivariano que recibía con los brazos abiertos cualquier iniciativa que le viniera del otro lado del océano.
También Cádiz vivió su particular relación con aquellos generosos pedidos que el Gobierno que entonces presidía Hugo Chávez hizo a Navantia y que se construyeron en el astillero de Puerto Real creando lazos entre ambas economías. La provincia se convirtió en un magnífico proveedor con expectativas de futuro.
En este último año las ventas han caído un 87% por la inestabilidad política y la devaluación de la moneda nacional le ha dado la puntilla a ese intercambio. Lo que parecía un destino clave para fortalecer el mercado exterior con Latinoamérica es hoy casi una puerta cerrada.
El volumen que la provincia gaditana vendió a Venezuela a lo largo del año pasado alcanzó los 11,29 millones de euros «y seguramente la tendencia vaya a menos», augura Manuel Álvarez, director del departamento de Internacionalización de la Cámara de Comercio de Cádiz. Señala que «además de la situación que vive el país, los cambios en el valor de las monedas tienen mucho impacto en el comercio exterior».
Para comprender el alcance, Álvarez lo explica de una manera muy sencilla: «Habitualmente las transacciones se hacen con una moneda predominante como el dólar o el euro, pero al cambiarlo a la nacional, que en este caso que se ha devaluado, reciben menos bolívares, con lo que ya no resulta tan interesante».
Este portavoz de la Cámara de Cuentas aclara que «aunque la devaluación ha sido reciente, el país viene arrastrando desde hace varios años un clima de riesgo y eso ha tenido su impacto en las exportaciones».
Vuelve a destacar que en 2014 se vendió un 87,7% menos que durante el año anterior, pero por el contrario, sí han crecido las compras de las empresas gaditanas en este destino hasta alcanzar los 6,39 millones, un 44,2% más. «Es por el efecto inverso, que abarata los productos y hace a sus compañías más competitivas», aclara.
¿Qué se exporta?
¿Y qué es lo que Cádiz exporta a Venezuela? Manuel Álvarez señala que el capítulo más destacado es el de calderas, máquinas y reactores nucleares (no necesariamente son todos los productos que señala el apartado) y que a lo largo del año pasado superaron los dos millones de euros. Le siguen las bebidas, líquidos alcohólicos y vinagres, quizá lo más potente de nuestra industria agroalimentaria, por valor de 1,6 millones de euros.
El plástico y las manufacturas también resultaron interesantes hasta comprar mercancía por 1,5 millones y el último lugar, armas, municiones y sus partes, por 1,3 millones de euros. Este último capitulo ha resultado toda una sorpresa incluso para el responsable de Internacionalización de la cámara de cuentas.
Por el contrario, la provincia compra en el mercado venezolano bebidas y líquidos, por 2,6 millones de euros, fundición, hierro y acero, por 1,6 millones y productos químicos y orgánicos, por 1,5 millones.
Como mercado, indica que «sin llegar a ser uno de los más importantes, sí ha tenido una relación tradicional con Cádiz», pero una situación como la de ahora continuada en el tiempo puede darle la vuelta todo eso.
Por lo pronto, en lo que respecta a la industria naval, parece que no hay vuelta atrás y los encargos futuros que estaban pendientes han quedado totalmente bloqueados.
De la misma forma, su economía fuerza la máquina para reducir al máximo el consumo de productos exportados, dada la tremenda pérdida del valor de la moneda que ha dejado casos tan tristes como que a las familias les sea imposible ya acceder a la compra de papel higiénico, preservativos o medicamentos, que son los ejemplos más llamativos que han ido apareciendo en la prensa estas últimas semanas, si vienen de fuera de sus fronteras.
Las empresas españolas que se han asentado allí también han visto caer su rentabilidad, aunque no parece ser el caso de ninguna gaditana, al menos que la Cámara de Comercio tenga conocimiento. La riqueza que ha dado el petróleo o su situación geográfica tampoco parecen ya garantía para que vuelva a convertirse e un destino atractivo a corto plazo.