No es una protesta callejera, ni una sentada. Tampoco una verbena, una feria o el acto de una peña. Lo único que tiene de manifestación es que éstas son de fe. Sin embargo, la crispación parece haber saltado de las redes sociales o los mentideros cofrades a la calle. Tanto como para perder el pundonor de gritar a una imagen religiosa, bien sea por no estar de acuerdo con el acorte de un recorrido o por la forma de llevar un paso. De hecho, el pasado fin de semana ha dejado dos fotos fijas: una en la calle Botica con el Vía Crucis del Nazareno; otra en San José en la meditación del Cautivo. En ambos espacios, la oración pública se vio truncada por unos segundos por gritos y descalificaciones. Procedían de una minoría que fue silenciada por el resto, pero se hicieron notar.
De hecho, ayer las mismas redes sociales donde surgen debates de carga o recorridos valoraban lo desafortunado de lo vivido por esta minoría exaltada. El propio presidente del Consejo, Martín José García, mostró su rechazo frontal a esta forma de proceder: «Hay que cortarlo porque si sigue proliferando serán un problema». Así, el cofrade resaltó que si bien en las hermandades debe respetarse «la democracia y la libertad y expresión» existe «un límite que no se puede superar». Precisamente, achacó a la «falta de formación» como causante de estos problemas entre los que ven las salidas procesionales «más como un espectáculo que como un acto espiritual». «Esto no es una peña o una feria, es una manifestación de fe, como tal, debe ser respetada y habrá que tomar las medidas oportunas para evitar que estos actos sigan proliferando», reconoció García.
Los hechos se remontan a lo vivido en San José en la noche del pasado sábado, durante la salida del Cautivo de San José para protagonizar el rezo de una meditación. Sin embargo, nada más atravesar el dintel del templo, dos exaltados robaron el protagonismo al rezo. Y es que el hecho de que el Señor fuera portado en el paso de Siete Palabras y sin manigueteros llevó a los gritos de «fuera» y «¿esto es una parihuela? Los pasos no pueden salir en Cuaresma».
El motivo, considerar que el caminar del paso y la ausencia de manigueteros era impropio para una salida en Cádiz. Y eso llevó a que de las pitadas pasaran a los gritos en una bochornosa protesta. «Esto no es de Cádiz», repetían los dos exaltados, a la sazón uno de ellos cargador de una cofradía del Martes Santo. Pese a que eran minoría, sus gritos empañaron una buena salida. Eso llevo a que el resto del público existente les elevaran pidiéndoles que guardaran silencio. De hecho, hasta el propio preste se encaró con los dos cargadores para pedirles que se callaran y «tuvieran respeto». Una estampa similar se vivió en el Vía Crucis del Nazareno de Santa María. La amenaza planteada por un vecino de la calle Botica, disconforme con el acorte del recorrido en el Jueves Santo, se cristalizó en gritos de «el Nazareno es de Botica» o «vergüenza de Junta, solo quiere dinero» a su paso por la citada calle el pasado viernes. En este caso fueron más de dos personas las que profirieron gritos que, al igual que en el Cautivo, apuntaron a Sevilla como causante del problema.
Tristes altercados que alteran lo que deben ser las salidas de las imágenes devocionales. Se trata, por tanto, de personas que encuentran en un cortejo, con un silencio interrumpido solo por rezos, el foto más idóneo para proferir gritos contra una imagen religiosa.