Por qué sigues en un trabajo que no te gusta o con una pareja que no quieres
El psicólogo Jesús Matos, del equipo de 'En equilibrio mental', explica en qué consiste el sesgo cognitivo de aversión a la pérdida y cuáles son sus consecuencias
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Imagínate que te doy dos opciones: la posibilidad de tener un 80% de probabilidades de perder 120 euros o la posibilidad de perder 100 euros de forma segura. ¿Qué elegirías? La mayoría de nosotros escogemos la opción de tener el 80% de posibilidades de perder 120 euros en lugar de seleccionar la pérdida segura de 100 euros. Este sesgo cognitivo se denomina aversión a la pérdida .
Y es que si, lo piensas, tiene todo el sentido del mundo a nivel evolutivo. Perder en la naturaleza sale muy caro. Imagínate que estamos ante una posible fuente de comida, pero sabemos que nos encontramos en un lugar en el que es muy probable que haya depredadores. Priorizar el miedo a la pérdida y ser conservador hará que tengamos muchas más probabilidades de sobrevivir . La cuestión es que puede haya muchas fuentes de alimentos y que es probable que encontremos alguna en la que no nos juguemos la vida. Pero de lo que no cabe duda es de que el ataque de un depredador puede acabar con mi existencia en un segundo. A nivel evolutivo es mucho más rentable seguir vivo un día más que comer todos los días.
Esta tendencia a la hora de tomar decisiones fue descubierta por Kahneman y Tversky y es clave en su teoría en la que ambos establecen que, ante un problema o situación en la que tenemos que decidir, tendemos a elegir la opción que sea más rentable para nosotros en términos de coste-beneficio .
Pero este efecto no solamente nos afecta en términos económicos, sino que también está presente en todas las áreas de la vida. Por ejemplo, muchas personas prefieren seguir en un trabajo que no les gusta en lugar de emprender un negocio y otras personas deciden seguir con su pareja actual a pesar de tener opciones que podrían hacerles más felices. Es el sesgo cognitivo del «más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer» o el de «Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy».
Según Molins y Serrano (2019) el cerebro existen dos sistemas implicados en la toma de este tipo de decisiones. Uno que podríamos llamar apetitivo y otro que podríamos denominar aversivo . Las vías cerebrales implicadas son muy diferentes, lo que hace que se produzca una descompensación entre los niveles del sistema apetitivo y aversivo. Es decir, nos apetece menos ganar 20 euros de lo que nos duele perderlos.
Este efecto de aversión a la pérdida , como hemos visto, tiene unas consecuencias en nuestra toma de decisiones diarias. Conociendo las implicaciones de este sesgo que hemos descrito, podremos analizarlas mejor.
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