Mitos sobre la psicología
Si vives preocupado, ¿estarás mejor preparado para afrontar las dificultades?
Los psicólogos Elena Huguet y Juanjo Rodrigo destierran un mito relacionado con la psicología que lleva a pensar que la preocupación constante es una fórmula efectiva para afrontar los problemas
El ritmo de vida actual, con muchas tareas por afrontar, compromisos laborales, familia, amigos, facturas… hace que la preocupación sea una constante en nuestras vidas. Las preocupaciones, por tanto, parecen ser nuestras mejores amigas y aunque es cierto que son normales, muchas veces las vivimos con la sensación de no poder parar de dar vueltas a determinados temas que nos aterran, esos que aparecen una y otra vez en nuestra cabeza en forma de '¿ y si sucede esto.. ?'.
Realmente las preocupaciones son cadenas de pensamientos que a veces vienen incluso en formato de imagen, muy continuos. Todos tienen en común que nos hacen sentir mal y que aparecen de manera poco controlada , es decir, que cuando surgen podemos saltar de un tema a otro fácilmente.
¿Pero por qué nos preocupamos si eso nos hace sufrir? Según Borkovec y colaboradores, el proceso de la preocupación representa un intento de solución mental de problemas sobre un tema cuyo resultado es incierto, aunque conlleva la posibilidad de una o más consecuencias negativas. Es decir, parece que nos preocupamos para ocuparnos de lo que está pasando.
Hay motivos por los que pensamos que las preocupaciones son útiles. Algunos de ellos pueden responder a estas frases que pueden formar parte de nuestro discurso interno: «Preocuparme hace menos probable que lo que temo ocurra», «me ayuda a descubrir medios de evitar lo que temo» o «preocuparme por un suceso negativo me ayuda a prepararme para cuando ocurra». Sin embargo, esto son verdades a medias, ya que cuando la preocupación es excesiva, la se convierte en una constante, no podemos dejar de preocuparnos y sus consecuencias comienzan a afectarnos: problemas de concentración y sueño , tengamos fatiga , tensión muscular, estemos irritados… y además, todo esto no ayuda a tomar decisiones , sino todo lo contrario.
Los estudios del equipo de investigación de Tallis o Dugas ya mostraron que los individuos que se preocupan mucho, cuando intentan solucionar problemas, se encuentran obstaculizados por elevados requerimientos de la situación, por lo que son más lentos. No es que no sepan cómo solucionar problemas, sino que tienen dificultades para aplicar su conocimiento debido a reacciones contraproducentes ante las situaciones. Con otras palabras, si estoy tan preocupado porque veo a mi pareja distante y no como, no duermo, no me concentro y vivo en un estado de angustia constante, no voy a poder afrontar ese problema, no voy a poder comunicarme y eso no ayudará a que el problema se pueda resolver.
Vivir excesivamente preocupados hará que todo nos parezca una amenaza y no podamos seleccionar bien a lo que dirigirnos. Por esto, es importante recordar que la preocupación es necesaria y normal pero siempre en la medida en la que nos permite actuar y nos resulte útil para resolver lo que está pasando y me ayude a dirigirme hacia la búsqueda de soluciones . Preocuparnos sería el primer paso para resolver un problema, es decir, ser consciente de lo que me asusta, pero tiene que derivar en la puesta en marcha de mis recursos. Ahí es donde reside su valor.
Ideas preconcebidas que hacen daño
Por tanto, no es cierto que si alguien vive constantemente preocupado esté más preparado para afrontar sus problemas. Este es el primero de una serie de doce mitos sobre la psicología que a lo largo de las próximas semanas aprenderemos a desterrar junto al equipo de psicólogos de 'En equilibrio mental' , con Jesús Matos al frente. A través de videos prácticos y una explicación sencilla sabremos cómo sentirnos mejor y ser más felices entendiendo nuestras emociones.
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