Los 88 peldaños de la gente feliz

Peldaño 58: Cómo sacar valor de la sensación de impotencia

En este capítulo de «Los 88 peldaños de la gente feliz» te enseño que la frustración puede ser un elemento motivador

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Anxo Pérez

Anxo Pérez

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Cuando trabajaba de intérprete (traductor simultáneo), tenía una compañera que me contó una práctica que ella usaba y que a mí me cautivó. Dado que los congresos en los que interpretábamos sólo tenían lugar de vez en cuando, nuestros días de trabajo eran reducidos. Como todos deseábamos trabajar el mayor número de días posible, lo que esta compañera hacía cada uno de los días que tenía trabajo era agradecerlo compartiendo una parte de su dinero con la persona que se encontrase a lo largo de la jornada con mayor necesidad de recibirlo . Y así, cada día en que trabajaba, sin excepción, sí o sí, daba un donativo a alguien como agradecimiento por poder trabajar. El motivo por el que me gustaba tanto esa actitud y ese comportamiento es porque encierra un precioso principio: compensar algo que aumenta la tristeza con algo que aumente la felicidad.

Cuando las noticias de las que hablaba en un peldaño anterior asfixian nuestro optimismo y sabotean nuestra felicidad, nos entra una sensación de impotencia, y esa impotencia que nos producen se traduce a menudo en frases que son diferentes versiones de ésta: «No hay nada que hacer». Pero ¿qué pasaría si sí hubiera algo que hacer, si hubiera una fórmula para que cada vez que sucediera algo muy grave en el mundo, antes de 24 horas después del hecho el mundo mejorase? Atención a la historia siguiente.

Cuando te encuentres una dosis de mal, combátela con dos de bien.

Anxo Pérez

Conferenciante

Hace unos años recibí el premio de emprendedor del año el mismo día que se produjo un ataque a un avión en una zona de Europa del Este en la que dos bandos estaban enfrentados. Uno de los bandos decidió derribar ese avión para llamar la atención de la comunidad internacional. Lo más espantoso es que se trataba de un vuelo comercial. Los pasajeros no sólo no tenían nada que ver con ese conflicto, sino que ni siquiera eran ciudadanos de ese país. Murieron todos. Al ver la noticia, me entró una enorme sensación de indignación , tristeza e impotencia. Nuestro equipo me pidió que en el discurso de recogida no hablase del atentado, pero no podía no hacerlo. La noticia me había encogido el corazón. Obviamente no voy a incluirte todo el discurso en este peldaño, pero sí mencionaré la frase que encierra su mensaje principal: cómo dar la vuelta a una sensación de impotencia y convertirla en una acción de provecho. Te pido que la leas detenidamente; y la próxima vez que algo te entristezca tanto como ese atentado me entristeció a mí, me gustaría que tanto tú, como yo, como todos los que lean este libro hagamos lo que dice esa frase. Es la fórmula para no rendirse nunca ni ante la destrucción ni ante los destructores; en una palabra, para no sucumbir al pesimismo:

¿Te imaginas que cada persona que leamos una noticia que nos dé sensación de impotencia, en el mismo momento que la leyéramos buscáramos dos cosas que mejorar en el mundo, por pequeñas que fueran, y las mejorásemos antes de que transcurrieran veinticuatro horas? Con este pacto en la mente de todos, ya nadie tendría motivación para destruir ni cometer atrocidades , ya que, con cada una, el mundo, en vez de empeorar, mejoraría. Te parecerá utópico, pero esto es justo lo que sucedió en Estados Unidos después de los ataques a las Torres Gemelas. El río de humanidad fue tan grande, que la sociedad civil estadounidense terminó convirtiendo su frustración en solidaridad, acabando mucho más fuerte y más unida que antes de las atrocidades.

@anxo

#88peldañosgentefeliz

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