Los 88 peldaños de la gente feliz

Peldaño 45: «Si el consejo que das te hace más bien a ti que a la otra persona, ahórratelo»

En este capítulo de «Los 88 peldaños de la gente feliz» te ayudo a no regalar un consejo, sino a regalar tu experiencia

Cómo aprender a dar consejos. Adobe Stock
Anxo Pérez

Anxo Pérez

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Muchos hemos metido la pata dando consejos que no nos han pedido , y también muchos nos hemos sentido molestos al recibir consejos que no hemos solicitado . ¿Cómo se podrían haber evitado esas situaciones incómodas? Con este truco: no regales un consejo; regala tu experiencia . ¿Cómo? Por supuesto, con un guion del éxito. Sigue leyendo. Aparece al final. Cada vez que damos un consejo que el otro no ha pedido, nuestro ego nos dirá que lo estamos haciendo por el bien de él, ya que, para que le compremos su artimaña, el ego (que es muy listo) nos la disfrazará como ayuda. Pero toda ayuda, por muy buena que supuestamente sea, puede no ser deseada por el que la recibe, y entonces es impuesta por el que la da. Y esto implica que el que se beneficia no es él por haberla recibido, sino tú por haber extraído el placer de darla (por supuesto, sin su permiso).

Esto tiene varios problemas. Uno es que su libertad ha quedado coartada. «Ya, pero es por su bien. Yo sé que se está equivocando», dices. Primero: esto es tu opinión, y está sujeta a error; sería como aconsejar al resto del país que vote al partido político al que tu votas, ya que es por su bien. Y segundo: el derecho a equivocarse es uno de los derechos más importantes, y paradójicamente, conceder ese derecho no requiere un sacrificio por parte de él, sino por parte tuya. Pero el mayor de los problemas es que dar un consejo a alguien que no lo solicitó sin pedir permiso previo crea jerarquía. Es como estar diciendo: «Yo conozco la verdad y tú no. Y por tanto, yo te hablo desde un plano superior y tú me escuchas desde uno inferior». Hmmm..., elección desacertada.

Aquí la solución definitiva para convertir los consejos en regalos y no herir sensibilidades «nunca máis». Are you ready?

Cuando tengas la tentación de dar un consejo gratuito, simplemente supérala hablando no de lo que debería hacer el otro, sino de lo que te ha funcionado a ti, usando el siguiente guion del éxito: « En mi experiencia... ».

¡BUM!

Tres palabras que lo cambian todo.

¿Hay jerarquía? No. Hemos pasado de dar un consejo de arriba abajo a compartir una experiencia entre dos personas que es tán al mismo nivel.

¿Puede ofender tu consejo? No porque no lo hay. Ahora ya no estás dando un consejo. Estás compartiendo una práctica que a ti te ha funcionado.

¿Estás imponiendo tu criterio? No, ya que no puede haber imposición allá donde tan sólo se comparte una experiencia propia. La imposición surge cuando se usan términos del tipo «deberías», «te aconsejo», «más te vale» o «te equivocas si...», todos faltos del tacto de la diplomacia. Cualquiera de estos cuatro ejemplos corre el riesgo de ser percibido como ataque, y toda percepción de ataque provoca posición de defensa. Mal rollo.

Si, gracias a este Peldaño, tú te comprometes conmigo a memorizar y utilizar las tres palabras anteriores, en ese orden, cada vez que te veas tentado de dar uno de esos consejos imprudentes, yo me comprometo contigo a que la relación con tus compañeros de trabajo o de estudios, amigos y sobre todo familiares pegará un gran salto. «Trust me».

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