Los 88 peldaños de la gente feliz

Peldaño 18: «No cometas el error que yo cometí. Ábrete a formas nuevas de pensar»

En este capítulo de «Los 88 peldaños de la gente feliz» te explico por qué rendirte a veces es el comienzo de un nuevo éxito

Cuando llevas toda la vida defendiendo una idea, una forma de actuar o una creencia, romper con ella supone rendirse, y para ello se necesita humildad Unsplash
Anxo Pérez

Anxo Pérez

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El punto de crecimiento del éxito interior tiene lugar cuando se toma consciencia del mecanismo que lo constituye. Conocer este mecanismo e implementarlo no supone la salida inmediata del pozo, pero sí dejar de cavar. Este mecanismo, responsable principal de provocar un cambio hacia mejor en tu vida, se llama la rendición.

Lo contrario de estar en estado de rendición es ser obtuso, «hiper-mega-convencido» de que «lo que yo creo es la verdad absoluta», de que «no vengas tú ahora a decirme lo contrario» y de que «diez años creyendo lo que creo no pueden ser diez años estando equivocado».

No hagas eso. No cometas el error que yo cometí. Ábrete a formas nuevas de pensar. Una parte de nuestras creencias siempre es errónea, y subir de Belt en nuestro Éxito Interior es estar abiertos a reconocer errores, mostrarnos vulnerables qué, necesito ayuda con esto, reconozco que aquello me cuesta...) y dejar atrás los posicionamientos rígidos e inflexibles propios de la gente que se encuentra en Belts inferiores.

Cuando llevas toda la vida defendiendo una idea, una forma de actuar o una creencia, romper con ella supone rendirse. Supone decir: «No tenía razón» (o al menos «estoy abierto a no tenerla»). Pero para pronunciar esas tres palabras, incluso si las pronuncias sólo en tu mente, hace falta contar con una herramienta con la que las personas débiles no cuentan. Es la herramienta de la humildad . Soltar el lastre de creencias anteriores es una de las tareas más difíciles para el ego. Sólo cuando se conquista la humildad se puede hacer el enorme sacrificio de pronunciar ese «no tengo razón» y tener el poder suficiente para abrirse a la posibilidad de tal vez cambiar un patrón erróneo perpetuado durante años. Al ego le encanta tener razón. Cuando das un consejo a alguien, él no lo sigue y le acaba yendo mal y tú le dices: «¡Ya te lo dije!»; ¿alguna vez te has parado a pensar por qué obtienes tanto placer al decírselo? Es porque tu ego acaba de recibir un chute de gasolina. Privar al ego de ese placer de tener razón, de decir «yo estoy en lo cierto y tú no», de defender tu opinión o tu creencia contra las de otros, es cortarle la gasolina que lo alimenta. Sólo cuando alguien está en posición de hacer algo así estará en posición de evolucionar. Ahí es cuando se produce el punto de crecimiento, la rendición; cuando se pasa de cavar hacia el hundimiento a escalar hacia la luz.

Te voy a dar un ejemplo.

Cuando en el Peldaño 11 hablé de mi creencia equivocada en lo tocante al amor incondicional durante años, cuando alguien me hablaba de la importancia de emitir amor sin juicio, yo refutaba esa postura de forma implacable, víctima de la rigidez. «Llevo toda la vida defendiendo esta postura. No me vas a convencer de lo contrario. Si alguien hace daño a mi familia, por ejemplo, no tendría sentido darle mi amor ni desearle el bien», afirmaba yo de forma rotunda. No existía por mi parte ni la rendición ni la humildad suficientes para abrir la puerta a cualquier tipo de duda o cuestionamiento a mi creencia anterior . El ego obtiene mucho jugo de la firmeza, de lo absoluto, por tanto la duda es su enemigo. Estar abierto (Belt alto) es más difícil que estar cerrado (Belt bajo). Pero la duda abre la puerta al crecimiento, ya que cuestiona lo anterior para dar paso a lo siguiente.

«Es tan infrecuente la certeza en los sabios como la duda en los necios»

El ego sufre cuando la puerta a la duda se abre, ya que la duda,lejos de agrandarlo, lo encoge. Cada vez que yo refutaba con vehemencia cualquier argumento contrario al mío, no sólo no me acercaba a la postura que hoy considero verdadera, esto es, a salir de mi hoyo, sino que, además, me alejaba más de ella, esto es, no dejaba de cavar. Sólo cuando tuve la humildad suficiente para abrir la puerta a la duda, se produjo la rendición. «¿Qué pasa si lo que me están diciendo tiene validez?», me dije. «¿Qué pasa si el que estaba equivocado todos estos años era yo?» . ¡Auch! Eso duele mucho... al ego.

Pero entrar ahí es dar paso al punto de crecimiento. Y no entrar es perpetuar el estancamiento. Durante el período en el que florece el punto de crecimienton hay mucha inestabilidad. «Ahora mismo no sé ni qué creo ni qué no», dices. Ese tipo de frases es indicativo de progreso. Vas por el buen camino. La inestabilidad indica apertura, y sólo cuando se está abierto a cambiar de dirección se puede encontrar el rumbo correcto.

— Anxo, ¿y si estoy cuestionando algo que ya era veraz?

Recuerda que sólo al ego le molesta el cuestionamiento. A la esencia, no. Cuestionar siempre te beneficia. Si te cuestionas una creencia que ya era correcta, acabarás en la misma conclusión. Y si la acabas cambiando, será porque necesitaba ser cambiada . Lo importante no es qué crees, sino cómo de dispuesto estás a mejorarlo.

¿Recuerdas la película Karate Kid? Daniel sólo quería aprender kárate. ¿Y qué hizo el profesor Miyagi? Decirle que para conseguirlo tenía que «dar cera» y «pulir cera». Daniel (en realidad, su ego) se rebeló con furia sin ver ningún sentido a esa enseñanza. El profesor Miyagi esperó pacientemente hasta conseguir que Daniel se rindiera a ella. Lo que buscaba era quebrar su ego, su RENDICIÓN. Y sólo tras conseguirlo, podía producirse... su punto de inicio del crecimiento.

#88PeldañosGenteFeliz

Sólo el hierro que se rinde al fuego se vuelve vasija.

@Anxo

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