Psicología y nutrición

Los nueve pilares que relacionan la microbiota con la salud mental

Nuestros «bichillos» intestinales también impactan en la función cerebral

Los nueve pilares que relacionan la microbiota con la salud mental. Adobe Stock

M. González

Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental , que engloba nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos y también ayuda a determinar cómo manejamos el estrés , nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones.

La salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la edad adulta, pero si hay un momento en el que esta es realmente importante, es a día de hoy. Es decir, desde que la pandemia por Covid-19 se instaló en nuestras vidas, venimos trayendo más problemas psicológicos que afectan a otros aspectos de nuestra persona, como es la microbiota .

Con la pandemia, España ha prescrito más del doble de psicofármacos. Durante el confinamiento, un 46% de las personas participantes en el estudio estatal manifestaron sufrir malestar psicológico, un 30% ataques de pánico, un 60% se sintió deprimido y un 40% ha tenido problemas de sueño. La depresión y ansiedad han aumentado considerablemente y, en este contexto las Dras. Sari Arponen y Olalla Otero advierten de que una gran parte de esta incidencia tan alta podría evitarse con unos correctos hábitos de vida y poniendo el foco en el equilibrio de la microbiota .

Cerebro y microbiota, unidos

«Existe una relación entre nuestra microbiota intestinal y el cerebro, por eso podemos mejorar la salud mental y cerebral, entre otras intervenciones, modulando la microbiota . No solo una mala alimentación puede dañar la microbiota, también el abuso en el consumo de fármacos o alguna infección puede alterar la composición de nuestra microbiota y afectar a este eje intestino-cerebro», explica Olalla Otero.

Al parecer, supuso una revolución entender que entre nuestro cerebro y nuestro intestino existe una comunicación bidireccional es tremenda. «Nuestras bacterias intestinales producen sustancias neuroactivas, como por ejemplo hormonas o neurotransmisores, que son capaces de afectar al funcionamiento del sistema nervioso central», dice Otero.

Es decir, «que tanto el estrés mantenido en el tiempo característico de nuestra sociedad como la gestión emocional en general tiene un impacto directo en la composición de la microbiota, a la vez que nuestros 'bichillos' intestinales impactan en la función cerebral».

Qué podemos hacer

Algunos de nuestros hábitos son nocivos para nuestra salud cerebral. Por eso, las Dras. Arponen y Otero proponen un puzzle de la salud cerebral y de la microbiota con las siguientes piezas:

1. Ritmos circadianos : no dormir correctamente y alterar los ritmos naturales de sueño puede afectar a la microbiota y viceversa, ya que nuestras bacterias influyen en la producción de neurotransmisores, como la melatonina.

2. Tóxicos ambientales : los metales pesados, pesticidas, microplásticos e incluso algunos aditivos alimentarios alteran la composición de la microbiota.

3. Estrés crónico : la cronificación del estrés provoca que nuestro sistema inmune esté constantemente en alerta, favoreciendo la inflamación y desequilibrando la microbiota.

4. Alimentación : dependiendo de cómo sea nuestra alimentación, así será nuestra microbiota. Debe ser rica, variada, con comida real, de temporada y rica en alimentos prebióticos, la comida de nuestras bacterias.

5. Ejercicio : el deporte consigue reducir bacterias patógenas e incrementar otras beneficiosas, como la Akkermansia (relacionada con el metabolismo y la pérdida de peso) o las bifidobacterias.

6. Socialización : los intercambios de microorganismos con nuestros congéneres (incluso con nuestras mascotas) nos dotan de una microbiota más rica y saludable.

7. Contacto con la naturaleza : estar en espacios verdes ricos en diversidad, como los bosques, ayuda a tolerar mejor el estrés.

8. Sobremedicación : los fármacos y antibióticos impactan de manera directa en nuestra comunidad intestinal bacteriana.

9. Psicobióticos : probióticos humanos de IV Generación formulados con cepas específicas capaces de incidir en la función cerebral. Son una herramienta terapéutica eficaz para actuar en el eje intestino-cerebro.

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